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El presidente Mbeki culpa a la extrema pobreza de la epidemia de sida en África

El líder surafricano evita la polémica sobre la causa del mal al inaugurar la reunión de Durban

Gabriela Cañas

ENVIADA ESPECIALEl sida es una más de las enfermedades que castigan a África debido a la extrema pobreza en la que está sumido todo el continente. Éste fue el esquema central del discurso de apertura de la XIII Conferencia Internacional del Sida que el presidente Thabo Mbeki ofreció anoche ante un auditorio de más de 20.000 personas. En una ceremonia impecable con todo tipo de efectos sonoros y luminosos, Mbeki eludió la controversia suscitada por él mismo al poner en duda que la causa del sida sea el virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

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Mbeki dijo estar abierto a todas las teorías y tratamientos. Incluso mencionó los medicamentos antirretrovirales, pero ni siquiera cuestionó su precio. El problema, insistió, es la pobreza, madre de todas las enfermedades."Estamos buscando respuestas", dijo Thabo Mbeki. "Eminentes científicos se han prestado a buscarlas para nosotros y aún trabajan en ello. Esperamos que este importante trabajo nos ayude a obtener mejores resultados en términos de salvar vidas y en mejorar la vida de millones de personas. Nosotros, como africanos, debemos hablar franca y honestamente, con suficiente tolerancia para respetar los puntos de vista de todos, con suficiente tolerancia para admitir que todas las voces sean escuchadas".

Pero la cuestión del sida y las controversias surgidas sobre esta pandemia quedaron ayer muy minimizadas en el discurso de Mbeki. Recordó el presidente surafricano que ya en 1995 la Organización Mundial de la Salud (OMS)clasificó la extrema pobreza como la causa de millones de muertes y de sufrimiento. "La pobreza es la razón más importante de que los niños no estén vacunados, porque no hay agua potable y porque no se dispone de medicinas. La pobreza es la más importante causa de las enfermedades mentales, del suicidio, de la desintegración de la familia y del abuso de drogas. Cada año mueren en los países en desarrollo 12,2 millones de niños menores de cinco años, la mayoría de ellos por enfermedades evitables".

El presidente surafricano recordó que, ya según aquellas predicciones de la OMS, en algunos de los países más pobres, la esperanza de vida caería para el año 2000 a 42 años, frente a los 79 de los países ricos y que este abismo entre ricos y pobres seguiría en aumento. Y sobre el sida recordó: "La mitad de las personas infectadas de sida tienen menos de 25 años".

Ahora, subrayó, en el año 2000, la realidad es peor de lo que contaban aquellas predicciones. Y no sólo debido al sida. Habló del cólera, de la malaria, de la hepatitis, de la tuberculosis, de las infecciones respiratorias, la malnutrición y las enfermedades venéreas. "Ya no nos quedan defensas naturales", dijo Mbeki. "Tenemos el sistema inmunológico peor que los ciudadanos de los países ricos".

Mbeki se defendió de los que le acusan por no administrar los fármacos antirretrovirales a la población asegurando que está siguiendo los consejos que entonces hizo la OMS: prevenir la pandemia repartiendo preservativos dentro de una amplia campaña de sexo seguro, buscar una respuesta social al drama de los millones de niños huérfanos y adultos infectados, contribuir a la búsqueda de una vacuna, seguir investigando en fármacos antirretrovirales y, sobre todo, de nuevo, luchar contra la pobreza de su país. Porque, añadió: "Para muchos, la posibilidad de prolongar la vida es más un castigo que un regalo"

Las palabras de Mbeki fueron acogidas con cierta frialdad, si bien en esta ocasión no hubo las ya tradicionales protestas de organizaciones de lucha contra el sida como la estadounidense Act-Up. Frente a la algarabía previa de la manifestación por el abaratamiento de las medicinas antirretrovirales, la ceremonia se desarrolló con una espectacularidad propia de la inauguración de unos juegos olímpicos que dejó poco espacio a la improvisación.

En el escenario hubo coros de hasta 800 personas y los vídeos y mensajes exhibidos machaconamente se referían al lema de la reunión Romper el silencio.

Este llamamiento cobra especial significado en un país en el que la ciudadanía negra tenía por costumbre no hablar jamás de sexo hasta hace muy poco. Como recordaba estos días la prensa local, el anterior presidente de la República, Nelson Mandela, citó por primera vez al sida en 1997 en una reunión de la ONU.

"El silencio ha estado demasiado tiempo entre nosotros", dijo el presidente de esta conferencia Hoosen Coovadia. Y, finalmente, se oyeron las voces de los niños, las más vulnerables víctimas de la epidemia del sida, como la de Nkosi Johnson, de once años, que públicamente declaró sufrir el sida y confiar en el futuro.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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