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Ramón y Cajal, viajero y fotógrafo

Sólo un año después de la grave crisis colonial entre Estados Unidos y España, Santiago Ramón y Cajal fue invitado a pronunciar una conferencia en la Universidad de Clark, Estado de Worcester. El científico, pionero en el mundo de la fotografía, realizó una serie de instantáneas de aquel viaje entre París y Estados Unidos en 1899 y que ahora se exponen por primera vez en la Torre de San Martín del palacio de la Aljafería, sede del Parlamento regional. La exposición Viajes fotográficos de Santiago Ramón y Cajal es la primera etapa de una serie de muestras en torno a las fotos realizadas por el neurólogo y que muestran que no sólo fue un científico de primera fila, sino uno de los más grandes fotógrafos de los siglos XIX y XX.La exposición, que podrá visitarse hasta el 10 de septiembre, permite contemplar un total de 36 imágenes que para el comisario de la muestra, José Antonio Hernández Latas, "constituyen un auténtico tesoro porque es la primera vez que se exponen en público y hablan de la capacidad del científico para captar con su cámara monumentos y momentos de la sociedad parisina y americana de finales de siglo".

Etapas

Hernández Latas que se encontró con el tesoro que ahora expone en casa de un sobrino nieto del premio Nobel, Pedro Ramón y Cajal Abelló, reconoce que quedó atrapado con su hallazgo y sedujo a sus propietarios para que le dejasen trabajar con aquel material. Un material que, inexplicablemente, había permanecido virgen hasta ahora, probablemente porque los investigadores estaban más interesados en sus descubrimientos científicos que en el testimonio de sus viajes. Numerosas fotografías esteoróscópicas, un fondo de más de doscientos ejemplares que Hernández Latas, profesor asociado del Departamento de Arte de la Universidad de Zaragoza, ordenó cronológicamente durante un año -no sin topar con numerosos problemas para datar y ubicar algunas estampas- para decidirse a mostrar la primera de una serie de viajes que arrancan en 1899. "El viaje de París a Estados Unidos fue una sorpresa para Cajal. Él mismo se asombra cuando el país invita a un humilde investigador español, del bando de los vencidos, a dar una conferencia en Clark". La máquina utilizada para tomar estas fotos, de gran calidad, era una Berascope de bolsillo. Con esta muestra, el investigador pone la primera piedra de un proyecto que llevará a exponer en las Cortes Aragonesas, que han asumido el trabajo de investigación y posterior exposición, una serie de viajes del científico que llegan hasta 1920.

Su proyecto incluye la presentación de otro viaje, el que realizó a Italia en 1903, para seguir con otra serie de ellos que realizó a Londres, en 1908, con motivo de la Exposición Colonial. "Si el primero es una mezcla de viaje de placer y de investigación, en el que se toman imágenes, los otros son ya simplemente viajes de placer".

Las 36 fotografías expuestas parten de reproducciones de la placa al gelatino bromuro -una técnica descubierta por Cajal que terminó con las largas exposiciones que se hacían con el colodión húmedo y permitió captar la profundidad de los lugares-, formato estereoscópico en 4,5 por 10,7, perfectamente conservadas en sus correspondientes cajitas y comienzan en París. Cajal viajó con su mujer, Silveria, y tuvo que aguardar varios días hasta que pudo zarpar del puerto de El Havre con dirección a Estados Unidos. Son imágenes de la plaza de la Ópera, en las que se capta el paseo de una joven y un coche de caballos, algo excepcional en ese tiempo; el interior de la catedral de Notre-Dame; el Louvre, el puerto, el barco de la Compañía Transalántica Francesa y la emocionante estampa de los emigrantes europeos en la cubierta, en la que se capta incluso la expresión de sus rostros.

La segunda etapa es Nueva York: la catedral de San Patricio; la Calle 51; la Quinta Avenida; la avenida Brodway con el bullicio de sus paseantes o los bañistas en la playa de Manhattan. Worcester es la tercera parada, con una estampa de su mujer, Silveria Fañanás, posando ante la mansión de Stephen Salisbury, donde se alojaron; Boston y la Universidad de Harvard, y el cierre para un viajero no podía ser otro que las cataratas del Niágara, ya entonces meta de los turistas.

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