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Los expertos piden engarzar la historia local con la española

Ni nacionalismo españolista ni nacionalismos periféricos. Los historiadores defienden que los alumnos de secundaria conozcan su historia local, pero siempre que ésta no se separe de la historia de España y entronque con una visión general de Europa y de la historia universal. Otro punto de acuerdo entre los historiadores es que deben ser ellos, al margen de las injerencias de los políticos, quienes dialoguen y decidan qué contenidos son imprescindibles para todos los alumnos. Esto es lo que opinan: - Javier Tusell. Afirma que hay que leer el documento de la Academia de la Historia entero y no sacar frases de contexto, porque el contenido general del informe "es perfecto" y promueve el entendimiento. Sin embargo, lamenta que los nacionalistas vascos puedan interpretarlo como un ataque, ya que "las cuatro líneas sobre las ikastolas son desafortunadas, no se justifican con ejemplos concretos". Tusell añade que no se deben confundir las "afirmaciones extravagantes" de algunos manuales con la regla general.

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- Antonio Domínguez Ortiz. Considera que "la enseñanza de la historia debe servir para unir y no para separar, como ocurre en muchos casos". Domínguez comparte que se haga hincapié en la historia local, pero rechaza otorgar a ésta "preferencia absoluta". Además, cree que "no tiene sentido que se ponga en balanza la historia de una comunidad de ámbito reducido con la historia de toda España". Y pone un ejemplo: "Desafío a quien pueda hacer una historia científica del País Vasco que no esté arropada por la historia del conjunto de España".

- Celso Almuiña. Cree que la historia nunca debe ser un instrumento político, y rechaza "utilizarla en aras de una causa, por muy buena que sea la causa". Almuiña considera que algunos libros caen en el "esperpento" y dan "visiones autistas de la historia, donde el que está al lado no existe". Lamenta tanto los "olvidos intencionados" como la "hipertrofia de algunas partes de la historia", y se queja de que Castilla siga apareciendo como "verdugo" u "opresor" en algunos textos que, a su entender, cultivan "un victimismo anacrónico y xenófobo".

La opinión de los historiadores es compartida por Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, director del informe sobre las humanidades de 1998, quien cree que "se debe evitar que la historia se convierta en una especie de formación del espíritu nacional". Ortega piensa que las tiradas reducidas de algunos manuales, por limitaciones localistas, dificultan su calidad, solvencia científica y accesibilidad, y al mismo tiempo facilitan las "tergiversaciones" y los "disparates".

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