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Alberto Iglesias reúne en un disco diez años de su música para el cine

El compositor ha trabajado en películas de Medem y Almodóvar

Alberto Iglesias es uno de los compositores de bandas sonoras de películas más solicitado del cine español. Un tipo de composición que, por lo general, queda enclaustrado en el filme y pocas veces logra independizarse de él. El doble disco Film works 1990-2000 reúne los trabajos que este donostiarra ha realizado para directores como Julio Medem, Pedro Almodóvar, Bigas Luna o Carlos Saura.

"La música en el cine cumple un papel funcional. Tiene unas obligaciones: amplificar la palabra y la imagen. Y es un sistema interconexionado, de manera que cuando uno ve una película puede llegar a confundir sus sentidos y no distinguir qué llega por la voz, qué le viene por la música y por los ojos. Hacer una música que oscila entre el ser escuchada y ser sentida es muy interesante. Obliga a poner todas las capacidades de la música de sugerencia y evocación en marcha", afirma Alberto Iglesias. "De modo que, aunque está en un lugar que no es el central dentro de la película, en sí mismo es su centro. Y a mí me interesa hacer eso también, no sólo la música para ser oída".Es un género que tiene sus antecedentes en otro tipo de espectáculo, como la ópera, pero que ha tenido que ir creando su propio vocabulario sonoro de las sensaciones. "Todas las convenciones y los lugares comunes del cine se basan en la tradición. Una tradición que viene de la ópera y que ya el cine mudo lo interpreta con muchos estándares que se siguen utilizando hasta ahora. Para dar miedo se usan sonidos graves, etcétera. Estos estándares son parte de nuestra cultura. El vocabulario de emociones se ha ido renovando, pero lentamente. Y ésa es la tarea de los músicos".

Vagón de segunda

Los compositores de música para cine han sido siempre algo mal vistos por los compositores clásicos y por los de otros géneros. "Se ha dicho que la música de cine, como decía Faulkner del guión, viaja en vagón de segunda clase. Y creo que en muchos casos ha sido así", dice Iglesias. "Pero también conozco a muchos compositores de vanguardia y músicos de rock que quieren tener experiencias cinematográficas. No todas las películas permiten experimentalismos, pero el margen creativo que queda es suficientemente grande. Hay que respetar ciertas cosas, pero también se puede forzar al espectador", señala.

El doble disco que agrupa la obra de Iglesias en los diez últimos años recoge las bandas sonoras de Todo sobre mi madre, Carne trémula y La flor de mi secreto, de Almodóvar; Pasajes, de Calparsoro; La camarera del Titanic, de Bigas Luna; Dispara, de Saura; Los amantes del círculo polar, La ardilla roja y Vacas, de Medem. "Quizá en Vacas fue donde más libertades me permití. Las duraciones eran mucho mayores, parecía que la música propiciaba otra visión. Aunque puedo decir que con todas me he empleado a fondo", apunta.

Pero Alberto Iglesias no se propuso desde el principio dedicarse a esto. "Yo en principio quería ser compositor de música clásica contemporánea y me estaba formando para eso. En cada película he podido poner mi inexperiencia como motor del asunto. Al cabo del tiempo he descubierto que me interesa muchísimo. Para mí es una actividad creativa en la que la relación con los directores es muy interesante".

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