Luis Mateo Díez, elegido por amplia mayoría para ocupar el sillón 'I' de la Real Academia
El escritor califica su ingreso como el encuentro con "un mundo de sabios" que le fascina
Llevaba varios días tomando tisanas. Luis Mateo Díez (Villablino, León, 1942) recibió ayer por la tarde en su domicilio familiar la noticia sobre su ingreso en la Real Academia Española. "Gracias", acertó a decir tras unos segundos de silencio cuando el director de la RAE, Víctor García de la Concha, le llamó para darle la enhorabuena. El autor de La ruina del cielo ocupará el sillón I. Fue elegido en segunda votación con los votos favorables de 24 de los 29 académicos presentes en el pleno. "Supone el encuentro con un mundo de sabios que me fascina", aseguró el escritor.
Con la modestia y mesura que le caracterizan, el autor de La fuente de la edad se define como un creador "puro y duro". Ésa es a su juicio su principal aportación al mundo de la Academia. "El creador trabaja en el límite de lo posible llevando el idioma donde el uso diario no lo lleva. Creo que el escritor acaba construyendo una sintaxis personal", añade el autor leonés.Su ingreso en la Academia, donde ocupará el sillón I, que dejó vacante tras su muerte en julio del año pasado el poeta Claudio Rodríguez, le interesa, sobre todo, por el "especial momento que vive el idioma y los compromisos que ha adquirido la institución en su defensa".
No acepta el escritor leonés críticas al respecto del empobrecimiento y descuido del español hablado. "En la calle está la vida. Me gusta mucho escuchar cosas; todo lo que yo he aprendido está en la tradición literaria a la que pertenezco y en la vida; he leído mucho pero también he estado extraviado por ahí". Tampoco se muestra el escritor pesimista por el recorte que está sufriendo el idioma, reducido a códigos expresivos empobrecidos en Internet. "Hay un reto que no está sustanciado y que está en que el hombre sigue necesitando el alimento de la imaginación y la ficción", argumenta citando como ejemplo el auge de la novela.
Imaginación y memoria
Mateo Díez, que ganó el último Premio de la Crítica de Narrativa por su novela La ruina del cielo, ha construido su literatura en base a tres elementos sustanciales: la memoria, la imaginación y la palabra. "Escribo desde la memoria, pero filtrando todo a través de la imaginación", asegura el autor, que recurre a una frase del escritor portugés Lobo Antunes para explicar que "la imaginación es la memoria fermentada, el lugar donde estallan las fábulas y las novelas". Su opinión como escritor es que el gran tema literario del siglo XX, uno de los más "convulsos, crueles y fascinantes", es precisamente la memoria.
El escritor leonés iba en candidatura única y fue presentado por los académicos Ángel González, Ángel Martín Municio y Luis Goytisolo. El poeta Ángel González elogió la pasada semana, en la presentación de su candidatura, la carrera del creador de ese territorio mítico denominado Celama y destacó especialmente su amor por las palabras. "He tenido siempre conciencia de ser dueño de una lengua que es en la que escribo. De hecho, no he podido escribir hasta que no me he sentido dueño del idioma", apunta Mateo Díez, que se reconoce propietario de un fuerte instinto verbal. En sus novelas se habla mucho y "la palabra es el sostén de todo".
Mateo Díez tiene como escritor dos lemas: un autor auténtico es aquel que se muestra capaz de juntar dos palabras (Valle-Inclán) y no pasar a la frase siguiente si no estás plenamente convencido de lo que acabas de escribir (Conrad). Su escritura, a la que define como ascética y expresiva, le da pie para filtrar fábulas complejas con las que ha ganado premios como el Nacional de Literatura, en 1987, con Las horas completas, o el Café Gijón de novela corta y el Ignacio Aldecoa de cuentos.
Luis Mateo Díez siempre ha compatibilizado el trabajo con la literatura. No es que reivindique la figura del escritor que vive de otra cosa sino que ha organizado su vida por esos conductos. Nada más terminar la carrera de Derecho aprobó una oposición al cuerpo de técnicos de Administración general y entró a trabajar, en 1969, en el Ayuntamiento de Madrid. Seguía así la tradición familiar en lo que se refiere al régimen municipal. "No en vano nací en un consistorio", apunta al referirse a la profesión de su padre, secretario del Ayuntamiento de Villablino y escritor como él. Ya llevaba en el Ayuntamiento madrileño ocho años "de trabajo oscuro" cuando publicó su primer libro de cuentos, Memorial de hierbas.
Pasiones
Ese primer libro de cuentos no era más que la continuación de un trabajo iniciado a los 12 años en el desván de la casa de sus padres. "Mi hermano Antón tenía habilidades manuales y editaba los libros que yo escribía y que luego vendíamos a los amigos". Fue a esa edad cuando generó sus primeros derechos de autor y su primera crítica negativa de la mano de un muchacho al que no le gustó lo que había escrito de una chica del pueblo. Toda esa historia tan caricaturesca contribuye a que no haya alentado más pasiones que la literatura: "Mis pasiones terminan con la escritura; lo que viene después lo veo de una manera desapasionada. La conciencia del éxito la tengo cuando acabo un libro".
El autor de Las estaciones provinciales se define como un escritor paciente que ha sabido esperar, en algunos casos hasta 20 años, con un cuento en la cabeza hasta escribirlo. Ahora, mientras piensa en el contenido de su discurso de ingreso en la Academia, dedicado posiblemente a la tarea de los creadores, corrige las pruebas de El pasado legendario, una antología personal donde recompone algunos de sus escritos y que se publicará en septiembre en Alfaguara. Tiene pendiente también la publicación de otro libro, La Acina, suelo y sueño, donde se combinan los textos con las fotografías y en el que se recogen los paisajes y los rostros de la gente de su tierra. El libro incluye también una pequeña novela dedicada al viaje de los profesores de la Institución Libre de Enseñanza por la zona en la que Mateo Díez creció y pasó su adolescencia.
Euforia
Se notaba cierta euforia entre los académicos que ayer por la tarde acudieron al pleno de la Real Academia Española en el que se votaba la candidatura del escritor Luis Mateo Díez. "Esta vez ha salido todo bien", dijo Luis Goytisolo, que calificó al escritor leonés como uno de los novelistas de más calidad. A su juicio, la principal aportación de Mateo Díez a la Academia será su bagaje como escritor, "que es lo que aportamos los que no somos técnicos". Goytisolo vaticinó que el nuevo académico resultará especialmente útil ahora que se está revisando el Diccionario, sobre todo por sus conocimientos del léxico administrativo.
También el director de la RAE, Víctor García de la Concha, insistió ayer en la capacidad de trabajo que el nuevo académico puede aportar a la institución, especialmente en estos momentos en que hay tantos proyectos en marcha en la Academia. "Todas las votaciones que resultan positivas son siempre bienvenidas, y ésta de manera especial, porque es un creador con una larga trayectoria", dijo García de la Concha.
El académico y ex director de la Academia Fernando Lázaro Carreter también destacó la importancia literaria del nuevo miembro de la RAE, al que calificó "como un buen fichaje". Para Lázaro Carreter, con la llegada de Mateo Díez a la Academia se da entrada de alguna manera al gran grupo de escritores leoneses que fueron tan importantes en la literatura de posguerra.
Entre los académicos que ayer participaron en el pleno que eligió nuevo miembro de la institución al autor de La ruina del cielo estaban Mario Vargas Llosa, Antonio Muñoz Molina, Antonio Mingote, Francisco Ayala y Camilo José Cela, entre otros.
Las caras de satisfacción de la mayor parte de los asistentes a la votación de Luis Mateo Díez borraban, de alguna manera, otras votaciones negativas. Mateo Díez entró ayer en la Real Academia Española por mayoría. No hizo falta recurrir a la tercera votación.
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