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Trimble se enfrenta a una mayoría unionista contraria a la oferta del IRA

Berna González Harbour

David Trimble preparaba ayer la difícil campaña contrarreloj, una semana de plazo, para conquistar el apoyo de su partido para el proceso de paz en el Ulster. No tiene las de ganar. Los partidarios de votar no al regreso a un Gobierno compartido con el Sinn Fein en el Consejo Unionista que estaba previsto para hoy eran entre un 60% y un 70%, según se desveló ayer. Si triunfa el no, será el fin de su liderazgo. Y del proceso de paz.

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Exigencias y concesiones

Anoche se respiraba un ambiente enrarecido en las calles de Belfast, donde la policía tuvo que evacuar un cine y dos pubs por amenazas de bomba que resultaron falsas. Además, los artificieros del Ejército llevaron a cabo una explosión controlada de un vehículo sospechoso en el centro de la ciudad. "No es normal ni habitual", manifestó un portavoz policial al tiempo que expresaba su preocupación por lo ocurrido. Trimble tiene exactamente ocho días para aflojarse la corbata, arremangarse la camisa y recorrer los pueblos y ciudades de Irlanda del Norte para convencer a la mayoría de los 860 delegados que el próximo sábado votarán en Belfast si aceptan la última oferta del Ejército Republicano Irlandés (IRA) y vuelven al Gobierno compartido con los principales partidos, entre ellos el Sinn Fein. Exactamente lo que hizo en el referéndum, hace dos años, cuando se dejó la piel en las calles para mover a sus votantes hasta alcanzar el sí al acuerdo de paz.

El primer ministro del Ulster no cuenta con el carisma entre sus mejores cualidades. Es un astuto político muy capaz de actuar entre bastidores y, sobre todo, en la mesa de negociaciones. Pero, esta vez, no tiene más remedio que salir a vender la propuesta del IRA si quiere ganar la votación del sábado y salvar su liderazgo. Algunos de sus más leales empezaron ayer a coger los listados de teléfono y Trimble preparaba en Stormont el recorrido que le llevará hasta sus militantes. Una campaña que, sin embargo, los líderes del no camp ya habían iniciado.

Esperar y ver

En los últimos días, mientras el líder unionista se dedicaba en Londres a arrancar nuevas concesiones al Gobierno británico, sus detractores ya habían desplegado todos su medios para inclinar la balanza a su favor. Después de decenas de llamadas y visitas, de cientos de cartas, el no había avanzado hasta un 60% o 70% de las intenciones de voto, dejando a Trimble con un insoportable 30% o 40%, según contaba ayer la prensa de Belfast. En esas condiciones, el líder unionista prefirió suspender el Consejo de hoy y retrasarlo una semana.

La campaña del no había llegado incluso a alcanzar al número dos del partido, John Taylor, muy conocido por situarse siempre en el bando ganador. "De momento no [lo apoyo]", declaró ayer Taylor en Belfast. "Debemos esperar y ver qué nuevos acontecimientos va a haber la próxima semana. Creo que el paquete no es algo completo y no podría recomendar su aceptación por el momento", añadió. El paquete al que se refiere es la oferta en la que el IRA se compromete a "inutilizar de forma completa y verificable" sus armas, y al plan de Londres de devolver el autogobierno al Ulster el próximo lunes, ahora pospuesto hasta la decisión que adopten los unionistas.

Y si éstos votan no, ¿qué? Éste era el interrogante que ayer circulaba como una epidemia por todos los despachos de Stormont. "Aquellos que quieren votar no, ¿qué alternativa proponen? Nada, ninguna", se decía ayer un hombre próximo a Trimble. "Nunca antes el IRA había hecho esta oferta, y arrojársela a la cara ahora sería una locura", decía ayer Peter Mandelson, ministro británico para el Ulster. Si triunfa el no, y teniendo en cuenta que el IRA nunca va a hacer una entrega de armas como la que piden los unionistas más duros, el proceso de paz quedaría roto.

Aunque, como escribió ayer Gerry Adams en las páginas de The Irish Times, "ahora hemos aprendido, o deberíamos haber aprendido, que éste no será el último punto definitivo. Eso parece ser la naturaleza de este proceso"

En las calles de Belfast, mientras tanto, nadie parecía preocuparse por la suerte de Trimble y del proceso de paz. "Mientras hablan, no matan", decía un joven católico con tres hijos. "Llevamos dos años tranquilos, sin un solo tiro, y la vida ha cambiado. Por eso, mejor que sigan hablando". Pero lo cierto es que, si después de ese camino, triunfa el no, tal vez dejen de hablar.

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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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