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Reportaje:

El hallazgo, la trampa y la mala conducta científica

El virus más famoso del mundo, una carrera desatada en su persecución, dos científicos en pugna por subir al podio, una grave acusación de mala conducta científica contra uno de ellos y un acuerdo sellado por los presidentes de EEUU y Francia para repartir los derechos de la patente hicieron historia hace ya más de una década en torno a la aparición del sida y al patógeno que lo causa. Pero al final la presunta copaternidad del descubrimiento se deshizo, quedó un ganador, el francés Luc Montagnier, y el otro aspirante, el estadounidense Robert Gallo, renunció oficialmente al título en 1991.Al principio de los ochenta, Gallo era ya un científico brillante y ambicioso, con el hallazgo de los primeros retrovirus humanos apuntados en su cuenta de éxitos y un pronóstico certero: el causante del sida sería un retrovirus. A por él se lanzó con ímpetu; de su conquista esperaba el reconocimiento científico y social y, ¿por qué no?, el premio Nobel. Cuando afirmó haberlo logrado, su carrera hacia el estrellato parecía imparable, pero las cosas se le complicaron.

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Frente al estadounidense, seguro de sí mismo, triunfador apabullante, Montagnier resultaba gris, carecía de una carrera científica previa notoria y le faltaba carisma, aunque ha demostrado a la larga su eficacia a la hora de mantener su posición tanto en los medios de comunicación como en las instancias de política científica. En 1983, Montagnier y sus colaboradores del Instituto Pasteur, de Paris, comunicaron en la revista Science que habían aislado un virus que probablemente sería el causante del sida.

Colaboración

El equipo francés colaboraba con el estadounidense, que había desarrollado excelentes técnicas para este tipo de investigaciones, y Montagnier entregó unas muestras del virus al otro lado del Atlántico.

El 24 de abril de 1984, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EEUU presentaron el hallazgo de Gallo del virus HTVL-3, probable causa del sida. Oficialmente, el estadounidense y el francés entraron en la historia como codescubridores del virus del sida. Pero los honores no lo son todo ante una epidemia de este calibre. También cuenta el dinero, las ganancias derivadas de la patente de la prueba de diagnóstico de la infección basada en el virus aislado. Para evitar una guerra de patentes, en 1987, el presidente de EEUU, Ronal Reagan, y el primer ministro de Francia, Jacques Chirac, firmaron un acuerdo por el los grupos de investigación de ambos países compartirían el título del descubrimiento del virus y los ingresos de la prueba de diagnóstico.

Para entonces ya se habían desatado las sospechas en torno a la autoría del hallazgo: el virus aislado por los franceses y el aislado por los estadounidenses eran demasiado similares genéticamente, parecían proceder de una misma persona pese a que aparecían en laboratorios diferentes y lejanos.

Los científicos del Pasteur defendieron la primacía de su virus, recordando además el préstamo de sus muestras. Un subcomité del Congreso de EEUU abrió una investigación sobre el asunto y el diario The Chicago Tribune sacó a la luz las inmensas dudas acerca de la autoría por parte de Gallo. Las pruebas se fueron acumulando en contra del estadounidense y éste acabó por admitir que podría haberse producido en su laboratorio una contaminación de las muestras suyas con las francesas.

El 30 de mayo de 1991, la prestigiosa revista científica Nature publicó una carta de Gallo en la que renunciaba a la paternidad del descubrimiento, reconociendo que el virus que él aisló en 1984 procedía de una muestra recibida de París, aunque -genio y figura- puntualizaba que, sin las técnicas desarrolladas por él, los franceses no habrían aislado el VIH. Es más, Gallo insinuaba que Montagnier no sabía lo que tenía.

La reacción del francés no se hizo esperar y declaró en el diario Le Monde que resultaba evidente que Gallo había mentido en algun momento y que no sabía si la contaminación fue accidental o voluntaria, aunque había llegado a sospechar esto último. "Le ha costado seis años decir la verdad, ya veremos ahora", dijo a Le Point, exigiendo una rectificación científica exhaustiva.

Abandono

Gallo fue también investigado por los NIH para determinar si incurrió en mala conducta científica o falta de ética, una acusación muy grave para un investigador estadounidense, ya que puede significar, si se confirma, perder el acceso a la financiación federal para su trabajo. Mientras se alargaba la investigación, en 1995, Gallo abandonó, tras 30 años, esa prestigiosa institución federal para hacerse cargo de un nuevo centro creado en la Universidad de Maryland, el Instituto de Virología Humana. Antiguos compañeros suyos en los NIH se dirigieron entonces a las autoridades de Maryland para pedir que no se dieran fondos a Gallo y enviaron informes acerca de sus "lapsus éticos", incluido el más famoso: la autoatribución del descubrimiento de virus del sida.

El asunto se fue apagando. Gallo sigue aferrado a su versión de la contaminación involuntaria de las muestras en su laboratorio, pero Montagnier quedó como único descubridor del VIH.

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