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Terapia para los agresores

Un viejo aforismo jurídico predica: "Odia el delito, compadece al delincuente". O rehabilítalo, sobre todo porque suele volver a convivir con su víctima. Es lo que se han propuesto al menos tres comunidades autónomas al abordar el problema de la violencia doméstica. Al País Vasco, pionero, le han seguido Cataluña y, más recientemente, Aragón. En los tres territorios se realizan programas de asistencia a los hombres que maltratan a sus mujeres.La iniciativa despegó a comienzos de los años noventa en los juzgados de instrucción de San Sebastián y ya se ha extendido a las tres provincias vascas. Según el Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde), la importancia de estos programas radica en que, además de complementar la atención psicológica a las víctimas, constituyen "un importante medio de prevención de la violencia doméstica".

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"El tratamiento recibido por la víctima es importante, pero insuficiente si no se actúa simultáneamente sobre el hombre, ya que existe un grupo amplio de mujeres que desean seguir viviendo con sus parejas (alrededor del 50%). El miedo al qué dirán, el futuro de sus hijos y la dependencia económica y/o afectiva influyen en este sentido", señala el Instituto Vasco de la Mujer en un informe sobre la atención a los agresores. "De ahí que, si no se pone remedio, lo más probable es que la situación de maltrato se reproduzca y se extienda incluso al resto de la familia", añade.

Los agresores, que acuden voluntariamente, reciben un tratamiento individual a lo largo de cuatro o cinco meses (una hora semanal). La terapia incide en aspectos como el control de impulsos (en particular, la ira), el abuso de alcohol, los celos patológicos, los estereotipos sobre el rol sexual, las habilidades sociales y de comunicación, la educación sexual y las estrategias de solución de problemas. Lograr el restablecimiento de la convivencia sin malos tratos y evitar el acoso en el supuesto de una separación de la pareja son los objetivos de la terapia, en manos de expertos.

El Instituto Vasco de la Mujer está satisfecho de los resultados del programa. Lo corrobora con los datos de Vizcaya. Desde 1995 hasta comienzos de 1999, 83 hombres se apuntaron al programa y el 56,4% lo culminó con éxito. Los abandonos supusieron el 37%, mientras que los fracasos superaron el 6%. "La iniciativa funciona bien. Sería bueno que se extendiera", asegura la directora de Emakunde, Txaro Arteaga.

"Al agresor no sólo hay que sancionarle. También se debe intentar que acceda a ser tratado de su problema", sostiene Toni Calvo, subdirector general en la Conselleria de Bienestar Social de la Generalitat de Cataluña. "Es importante romper el círculo de los malos tratos en la familia, ya que a menudo quienes practican estas conductas las presenciaron de niños y han interiorizado que el comportamiento agresivo y violento es normal", añade Calvo.

Hace año y medio se puso en marcha la primera experiencia en Cataluña, propuesta por los gestores de la casa de acogida de Girona. Desde entonces, el psicólogo Toni Vives ha atendido a 18 hombres. Han llegado voluntariamente, pero presionados por su círculo más cercano, a buscar ayuda. "Cuando entran en mi despacho están angustiados. Se sienten abochornados porque no han podido evitar que el problema traspasara los límites de su casa. Se montan películas para justificar sus actos. Por eso, la primera tarea es hacer que se sientan responsables en lugar de culpables", explica Vives.

La atención a los agresores se presta a dos niveles. En el primero se exploran los problemas del paciente, a menudo relacionados con el alcohol, en cuyo caso se le dirige también a servicios de desintoxicación. "También se trabaja mucho sobre valores como la comunicación. Hay que enseñar a quienes infligen malos tratos a su pareja a relacionarse a partir de la palabra y no de la fuerza", asegura Toni Calvo.

"Los hombres no deben percibirnos como un juez, sino como una ayuda", asegura Vives. Sus 18 meses de experiencia le han demostrado que las conductas agresivas de los varones tienen que ver mucho más con los antecedentes familiares que con el origen social o económico. "De los 18 hombres atendidos, dos tienen doctorado", afirma.

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