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MEDIO AMBIENTE

Los restos del olivo y la vid, fuentes de energía alternativa

300.000 familias andaluzas consumirán electricidad generada con el alperujo

El recurso a los molinos de viento como fuente de energía verde puede ceder protagonismo a otras fuentes energéticas de origen renovable. Cada día surge un proyecto nuevo para convertir en electricidad residuos que se abandonaban o quemaban a la intemperie. En Cuéllar (Segovia, 9.000 habitantes), las viviendas disponen de agua caliente y calefacción proporcionada por una central que utiliza restos forestales como combustible. En Socuéllamos (Ciudad Real) se instalará una planta de 40 megavatios que consumirá 275.000 toneladas al año de sarmientos. En Andalucía brotan iniciativas para aprovechar los residuos del olivar.

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La promoción de las llamadas energías renovables o limpias mediante el pago de un sobreprecio a la producción eléctrica ha desatado un auténtico furor. "Todo el mundo se cree que tiene oro", dice un directivo del Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE).Se cree que tiene oro porque los sarmientos (residuos de la poda de la vid), restos de limpieza forestal o de aserraderos, paja, los desechos de multuración de la oliva o de los propios olivos se cotizan al alza. Antes se quemaban sin más en el campo.

Muchos de los proyectos en los que el IDAE se ha involucrado en su promoción se quedan sobre el papel. "Cuando apareces para negociar el precio del kilo, van y te dicen que otro les paga más. El precio de la biomasa sube, y a poco que lo haga hace los proyectos inviables", dicen en el IDAE.

Cuando a un sector le llega el momento del boom, esas situaciones son inevitables. Pero, junto a la desenvoltura de los cazaprimas, circulan promotores serios que están sacando a la luz iniciativas singulares y modélicas.

Desde 1995, la Cooperativa Oleícola El Tejar produce electricidad (12,7 megavatios) para el consumo anual de 20.000 habitantes en Palencina (Córdoba) quemando alperujo. Este residuo tóxico es un subproducto de la molturación de la aceituna y el centrifugado del aceite. Posee una gran capacidad térmica y, por tanto, es un excelente combustible. La cooperativa ha puesto en marcha una segunda planta de 5,7 megavatios en la misma localidad y ha iniciado la construcción de otras dos de 25 megavatios en Baena y Pedro Abad, y una quinta de 5 megavatios en Algodonales (Cádiz).

En Andalucía se construyen, en este momento, más de nueve centrales térmicas con una potencia instalada superior a los 124 megavatios, la energía que consumen 300.000 familias en todo un año. Con los restos de la poda de los 190 millones de olivos y los subproductos de la molturación de la aceituna se podría generar tanta electricidad como una central nuclear de mediana potencia.

Otro de los cultivos adaptados al clima semiárido de una buena parte del territorio nacional es la vid. A sus residuos leñosos de la poda que se suelen quemar a la intemperie les van a sacar provecho pronto en Castilla-La Mancha. La empresa Fomento de Energías Renovables que dirige Javier Díaz ha proyectado una planta para generar, con este combustible, 40 megavatios en Socuéllamos (Ciudad Real) para 92.000 viviendas.

Díaz es un ingeniero de Montes que ha pasado de la gestión de una fábrica de automóviles en Palencia a la producción de energía con biomasa. Ya cuenta con la autorización de la Junta de Castilla-La Mancha, que participa en la sociedad promotora. La planta cuesta 8.000 millones, de los que un 20% serán fondos propios.

Dos cooperativas en fase de gestación se encargarán de la recogida de los sarmientos enfardados en los aledaños de las fincas con una empacadora de productos leñosos importada de Suecia. Según Díez, las cuentas salen. Está convencido de que el negocio será rentable, una vez que el proceso comience a funcionar el año próximo. Con los viñedos de La Mancha situados dentro de un radio de 30-35 kilómetros a la redonda de Socuéllamos, la planta dispondrá anualmente de unas 270.000 toneladas de materia prima. Unos años más, otros menos, en función de la sequía. El kilo de sarmiento puesto en fábrica les costará cuatro pesetas, mientras que por el kilovatio/hora generado cobrarán a 10 pesetas, dos más que la electricidad convencional, con arreglo al plan de fomento a las energías renovables.

En este caso, como en el de los residuos del olivar, se trata de iniciativas para aprovechar residuos que hasta ahora no tenían ningún destino. Otra cosa son los proyectos que, amparados en la búsqueda de cazaprimas, se prodigan por todas las esquinas o anuncian fantasías, como destaca Juan Carrasco, jefe de programas de Biomasa del CIEMAT.

Para conseguir que las iniciativas serias salgan adelante, Carrasco cree que el IDAE debería echar una mano en proyectos de desmostración donde se reflejen los riesgos, como en el caso de los cultivos energéticos, y donde se vea que el proceso resultará rentable y sin artificios.

Pero lo que preocupa al IDAE es que las iniciativas se enfoquen en residuos que ya tienen un aprovechamiento. Los fabricantes de tableros han dado la voz de alarma porque las primas a la generación les están arrebatando el serrín que ellos venían utilizando como materia prima y de una manera sostenible. "Las mejores oportunidades deben localizarse en los nichos de residuos no utilizados", dice un directivo de IDAE. "Si se especula, añade, se distorsiona la propia definición de energía renovable desde el punto de vista ambiental, donde prioritariamente se persigue el reciclado; lo último es quemar".

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