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La difícil búsqueda de pruebas contra el ex dictador

La presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Viviana Díaz, tiene certeza de la existencia del operativo para retirar los cadáveres de los lugares originales donde estaban sepultados, aunque no sabe quiénes lo hicieron. Díaz recuerda el caso de las víctimas sepultadas en Cuesta Barriga, un cerro ubicado a 60 kilómetros de Santiago, denunciado por un ex agente de la dictadura. Cuando la justicia llegó al lugar exacto donde estaban sepultados cuerpos de prisioneros políticos, "encontramos que ya los habían sacado". Quienes cumplieron esta macabra tarea fueron poco escrupulosos: se les olvidó sacar una mandíbula. Y eso permitió identificar a Juan Orellana Catalán.

En el caso del miembro de la comisión política del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Bautista van Schouwen, detenido y asesinado en 1973, cuando una juez ordenó excavar en una tumba sin identificación del cementerio general de Santiago, con la leyenda NN en la lápida, para retirar el cuerpo y entregárselo a su familia, no encontró restos: agentes de la DINA lo habían sacado e incinerado. Van Schouwen fue asesinado junto a Patricio Munita. Los padres de Munita eran parientes del general Ernesto Baeza, el jefe de la policía civil en el primer periodo de la dictadura. Le pidieron ayuda y lograron exhumar a Munita. Informado por Manuel Contreras, el jefe de la DINA, Pinochet se indignó y citó a Baeza a su despacho y le espetó: "Así que andas buscando muertos, ¡ah!". Baeza lo negó y Pinochet le respondió furioso: "Ándate con cuidadito y déjate de seguir revolviendo la tierra para sacar muertos".

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