Erik Orsenna defiende la posibilidad de la felicidad en la novela 'Tantos años'
Economista, asesor de Mitterrand, miembro del Consejo de Estado francés y de la Academia, novelista y ensayista... Erik Orsenna, uno de los escritores de mayor éxito en Francia, tiene un currículo tan poco convencional como su última novela. Frente a los escritores apocalípticos que vocean el fin de los sentimientos a causa de las nuevas tecnologías y la manipulación genética, Tantos años (Editorial Tusquets) es un homenaje a los amores descritos en los libros de caballerías y una parábola acerca del único bien que merece la pena transmitir: la idea de que la felicidad es posible. "Estoy muy orgulloso de que me reprochen ser un hombre sentimental", exclama Orsenna, que obtuvo el premio Goncourt en 1988 por la novela La exposición colonial. "Los sentimientos de una persona son lo más importante". Y recuerda: "He trabajado ocho años en un gabinete presidencial. Agitación total, perpétua. De las ocho de la mañana a las diez de la noche con la intención de cambiar el mundo. Resultado: algo pudimos cambiar, pero soy muy escéptico acerca de la importancia de las cosas consideradas importantes".
¿Y cuáles son esos sentimientos de los que habla en Tantos años? Los de una pareja empecinada en convertir su relación adúltera en algo duradero y en hacerla entrar en el terreno de la leyenda. La historia de Gabriel y Élisabeth empieza un 1 de enero de 1965 y se prolonga durante 35 años de encuentros y desencuentros. Está poblada de guiños más o menos explícitos a los libros de caballerías: reinas y señores despechados, duelos patéticos, descendencia ilegítima y viajes a lugares lejanos. De París a Pekín, pasando por Gante y Sevilla.
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