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Lagos ofrece la posibilidad de un referéndum para reformar la Constitución de Pinochet

Ricardo Lagos está dispuesto a proponer un referéndum para reformar la Constitución que rige en Chile desde la dictadura de Pinochet si la oposición de derecha no le apoya para ello. Entre las reformas que piensa abordar está la facultad de designar y destituir a los jefes de las Fuerzas Armadas. "Un número muy importante de chilenos piensan que el presidente tiene que tener en los altos mandos a las personas que estime conveniente. Si esto no se puede resolver ahora, lo sentiré por Chile. Quiere decir que la transición sigue inconclusa", dijo ayer Lagos en su primera comparecencia como presidente ante la prensa.

Si el consenso no es posible, Lagos confía en que haya "un razonamiento lo suficientemente democrático para que todos estos temas puedan llevarse a plebiscito y que decida el pueblo". La tarea no es fácil. El dictador entregó el Gobierno después de dejar atado y bien atado un sistema político que, entre otros aspectos antidemocráticos, otorga amplias prerrogativas a los militares. El presidente de la República no puede destituir ni pasar a retiro a los comandantes en jefe de las distintas ramas de las Fuerzas Armadas, antes de que éstos concluyan su mandato, que es de cuatro años. Son algunos de los llamados enclaves autoritarios que forman parte del legado de la dictadura. Hay que añadir la presencia de nueve senadores designados y no elegidos por votación popular, el Consejo de Seguridad Nacional (Cosena), donde civiles y militares se sientan en condiciones de igualdad, la ley electoral que no refleja en el Parlamento el voto de sectores significativos de la sociedad, etc.El domingo por la noche, Lagos anunció ante miles de chilenos reunidos en el Parque Forestal de Santiago, las primeras iniciativas que piensa enviar al Parlamento esta misma semana: inscripción automática en los registros electorales de los mayores de 18 años, derecho de voto de los ciudadanos que viven en el extranjero y un proyecto de seguro de desempleo. Antes del 21 de mayo espera tramitar un proyecto de reforma laboral "lo más consensuado posible" y tiene en la agenda un proyecto para reformar la Ley de Seguridad del Estado, de 1958, según la cual está prohibido El Libro Negro de la Justicia Chilena, de la periodista Alejandra Matus, que está exiliada en Estados Unidos.

"Esta nación debe ser capaz de tener una Carta Constitucional que sea orgullo de todos nosotros", dijo. Lagos no se anduvo por la ramas al referirse al legado político-institucional de Pinochet, que impide que Chile pueda ser considerada una democracia plena. "Queremos instituciones en torno a las cuales los chilenos estemos todos de acuerdo. Nunca en nuestra historia, nunca, habíamos tenido la situación de hoy, donde tantos chilenos no aceptamos una institucionalidad que no es justa, que no respeta a las mayorías, y donde todavía hay enclaves autoritarios que impiden a plenitud la soberanía nacional".

El presidente ha reiterado estos días que respetará escrupulosamente la actuación de la Justicia sobre las querellas criminales contra Pinochet y la petición de desafuero del senador vitalicio, pero en el discurso del domingo dio un paso más: "La separación de poderes de la que nos habló Montesquieu será realidad. El Poder Legislativo será respetado y el Poder Judicial hará la justicia que demanda la patria". La promesa recibió una sonora respuesta de los miles de congregados: "¡Juicio a Pinochet!".

Más de 500.000 chilenos desfilaron a lo largo del domingo por la Fiesta Cultural Familiar, con la que Lagos culminó los actos de su investidura como presidente de la República. Una fiesta que combinó una puesta en escena innovadora con una mirada a los temas pendientes del pasado. Mientras un grupo de actores representaba una alegoría sobre los detenidos-desaparecidos, por las pantallas gigantes pasaban grandes nombres de la cultura y la política de Chile, imágenes del bombardeo de La Moneda y de fragmentos de discursos de los últimos presidentes democráticos, incluido Salvador Allende. La imagen del jefe de Estado derrocado y muerto en el palacio se proyectaba por primera vez en la calle ante miles de chilenos. Todo un símbolo de la llegada del primer presidente socialista 27 años después. Entre los asistentes había muchos jóvenes que no vivieron el golpe y apenas vivieron la dictadura, y chilenos de sectores populares, a quienes el nuevo presidente ha tratado de transmitir la esperanza de una época que se inaugura en Chile.

Lagos felicitó ayer a José María Aznar por su victoria electoral -"es un resultado muy nítido que probablemente refleja el buen momento económico de España"- y expresó su voluntad de mejorar las relaciones bilaterales.

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Una Carta Magna pétrea

La voluntad del presidente Ricardo Lagos de convocar un plebiscito para reformar la Constitución no tiene ninguna posibilidad de prosperar si no logra un consenso previo con los partidos de la oposición de derecha, según el jurista Hernán Montealegre. "La Constitución chilena es autoritaria y pétrea, porque no se puede reformar", señala uno de los constitucionalistas de mayor prestigio de Chile.La convocatoria de plebiscito está regulada de forma muy estricta por la propia Carta Magna, en sus artículos 32, 116, 117 y 119. La iniciativa de reformar la Constitución puede partir del presidente de la República y de cualquier parlamentario. El siguiente paso es su discusión y aprobación tanto en el Senado como en la Cámara de los Diputados. El artículo 116 señala los quórum necesarios para reformar la Constitución, que varían, según las materias. Si se trata de modificar el Tribunal Constitucional, las atribuciones de las Fuerzas Armadas o el Consejo de Seguridad Nacional (las materias más susceptibles de reforma por el presidente Lagos), se requiere el voto favorable de dos terceras partes de cada una de las Cámaras. Un porcentaje del que Lagos no dispone en la actualidad.

En el caso de que el proyecto de reforma sea aprobado pasa al pleno del Congreso, donde puede producirse una discrepancia entre el presidente y los parlamentarios, que le permite al primero convocar un plebiscito. Pero si una o las dos Cámaras rechazan el proyecto, la iniciativa muere y no llega al plenario. Montealegre estima, por ello, que "Chile tiene una democracia tutelada que no es posible desarmar constitucionalmente".

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