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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Paso del Ecuador

Colombia en Madrid: dos ministros y otros altos cargos de su Gobierno y varios jefes guerrilleros, flanqueados por el alto comisionado para la paz, más parlamentarios e importantes empresarios, coinciden en la capital de España; y en un momento en el que el presidente Pastrana lanza su Plan Colombia, intento de negociación del fin de una guerra de varias décadas con la ayuda de la comunidad internacional.De todas esas visitas, la más llamativa es la de un grupo de dirigentes de las FARC, la fuerza marxista con la que el Gobierno negocia desde el año pasado, sin que por ello los insurgentes dejen de hacerle la guerra. España figura en una gira que abarca Suecia, Noruega, Francia, Suiza y el Vaticano, en la que el guerrillero Raúl Reyes y otros dirigentes de las FARC hacen, tal como se lo califica en Colombia, un viaje de estudios para conocer sistemas políticos, tipos de gobernación, etcétera, en el convencimiento, todos, de que esa pedagogía es importante para el proceso de paz.

La primera reacción, inevitablemente eurocéntrica, puede ser de incredulidad ante el exotismo de la situación. El Gobierno subvenciona cursos de Estado de derecho a sus enemigos más abruptos. Y, sin embargo, los españoles, que no hace tantos años apoyaban la pertenencia a la OTAN, porque ello implicaba un baño de europeidad para algunos de nuestros militares, deberían ser capaces de comprender el plan.

El picnic guerrillero tiene, en realidad, un carácter simbólico, representado por la confraternización de los adversarios, por la aceptación expresa de que hay una salida política al conflicto, y un gran valor de imagen ante la opinión colombiana. Para Pastrana, este viaje de estudios pretende ser también un cierto paso del Ecuador en la negociación: una primera revuelta del camino, cuyos frutos puedan verse pronto.

Colombia pugna por una paz que ha de ser inicialmente cara, porque las FARC exigen un nuevo y radical reparto, no sólo político, del poder, con una economía que ni siquiera ha acabado de desplomarse. Por eso necesita del concurso de todos, y, muy significativamente, del país que, sólo tras la gran potencia norteamericana, importa más para Colombia. Aquel que hoy visitan tantos y tan notables colombianos.

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