Los españoles en su espacio natural FERNANDO HUICI

Una vez avanzados en estas páginas los primeros análisis y balances generales de la actual edición de Arco, intentaré, como en años precedentes, desmenuzar un mapa imaginario de lo que, a mi parecer, nos brinda de mayor atractivo en esta ocasión la presencia del arte español en su espacio natural del certamen ferial madrileño. Un censo, supondrán, engorroso de tejer y, me disculpará el lector, sin margen para los alardes de estilo, pero cuya utilidad, a modo de brújula con la que orientarse en la mareante barahúnda de Arco, espero resulte efectiva.Empezaré, pues, por destacar en la oferta de la feria aquellas obras notables que nos remiten a la cadencia de las sucesivas vanguardias del siglo que concluye, obras que el visitante podrá encontrar tanto en stands de firmas internacionales -que, como viene siendo habitual, basan a menudo su estrategia para Arco en acercar de nuevo a nuestros maestros históricos a su mercado natural- como, obviamente, en los de numerosas galerías españolas. Resulta, sin discusión, obligado iniciar esta relación destacando un collage excepcional de Juan Gris que, junto a un también delicioso picasso de pequeño formato del 36, presenta la galería Gmurzynska, de Colonia, así como los miró, y ante todo, una diminuta pero exquisita tela azul, que ofrece Patrice Trigano, donde, por cierto, podemos contemplar igualmente unos xavier valls notables. De visita obligada son también los picasso y miró de Elvira González, así como los julio gonzález y gargallo de Marwan Hoss. En la galería Lelong destacaré un tàpies, los saura, la escultura de Miró, el mural de Chillida y unos soberbios palazuelo, de quien también presenta Rayuela un dibujo memorable. Y, por supuesto, el amante de las vanguardias históricas no debe perderse el stand de Guillermo de Osma, centrado por entero en el tema, y donde resaltan un gran saura temprano y un monumental óscar domínguez. Son, a su vez, aconsejables los mompó de la galería Italia, un feito en Val i 30, el lucio muñoz de Darío Ramos, un manolo rivera en Adriana Schmidt, un oteiza en Windsor Kulturgintza o los salvador victoria de Silió.

En cualquier caso, y con independencia de lo que hasta aquí o seguidamente vaya desmenuzando, a todo buen aficionado le consta que deberá prestar particular atención a stands como el ya mencionado de Elvira González (donde, en torno a un chillida espléndido, han de destacarse un esteban vicente, los schlosser, juan asensio, perico pastor y elena del rivero), Malborough (por un picasso del 47, un leiro impactante, los papeles de Saura, los Aquerreta y Joaquín Ramo), Carlos Taché (por otro saura, los arroyo, un campano, un pazos o la maleta de Chema Alvargonzález), Soledad Lorenzo (por los palazuelo, uslé y ugalde) o Metta (por sus arroyo, alfaro, el murado, el lamazares y los sorprendentes barnatán de última hornada). Como conjuntos destacan asimismo en esta feria los stands de Antonio Machón (por los guerrero y barjola, el gordillo y los muy inquietantes angeles san josé), My Name's Lolita (con sus charris, sicre, moro y de la torre), Galería Dieciséis (con Pagola y Marcelo Fuentes), María Martín (con el exquisito trío de Blanca Muñoz, Mayte Vieta y Pamen Pereira) y Max Estrella (con su rotundo sinaga y las piezas de Aguilar, Florentino Díaz y Sánchez Castillo).

Apuntando ahora ya hacia aquellas obras singulares que, a mi juicio, definen otros puntos de máxima tensión en el flujo de esta feria, me han producido especial impacto los darío urzay de Senda, Elba Benítez y Maior, galería esta última que, junto a un destacable amador, incluye dos trabajos deslumbrantes de la última Susana Solano. Y a esa línea de impactos se suman el de Cristina Iglesias de Elba Benítez, un solera sevilla de La Nave, el ráfols casamada de Joan Prats, el darío villalba de Salvador Díaz o los carmen calvo de Luis Adelantado.

Y no quiero dejar de mencionar otros muchos puntos de interés que, en un registro de amplio espectro, el visitante puede rastrear en el laberinto de Arco. Así, los marchimbarrena, concha garcía y cardelús de Fúcares, un rosa brun y la proyección de Antoni Abad de Oliva Arauna, el campano, el xesús vázquez y el martín begué de Juana de Aizpuru, o, en DV, los berridi, manu muniateguiandikoetxea y amondarain, este último con otro conjunto notable en Windsor Kulturgintza. Aconsejo igualmente el sicilia de Darío Ramos o el que, junto a un barceló notable, presenta Stefan Röpke, los yturralde, garcía sevilla y grau en Miguel Marcos, los bofarull y el patricia gadea de Masha Prieto, el marina núñez y el carmen calvo de OMR, los savater con las piezas del tándem Walter Martín-Paloma Muñoz en Moriarty, un extraordinario albacete en Evelio Gayubo o el sinaga de Bores y Mayo.

Son, de igual modo, trabajos destacables los de Natividad Bermejo y el guillermo lledó de Egam, los teixidor y cavada de Fernando Silió, el barco de Ramiro Fernández Saus en Estampa, los pazos, manolo paz, saiz o la joven Marga Conde en Trinta, los santiago mayo y patricia azcárate de May Moré, los orts de Espai Lucas, los de Curro González en Tomás March y Manuel Ojeda, los ana petters de Punto, los gino rubert y bianchi de senda, los sergio sanz y carlos garcía-alix de Sen, el jaime lorente de Buades, Dis Berlin y José Gallego en Siboney, las vanitas de David de la Torre en Fernando Serra, el dios de Manuel Rufo en Ángel Romero, así como los nacho angulo de Walter Bischoff.

La obra gráfica tiene, por su parte, un nivel en verdad destacado en la presente edición, en particular con la oferta de cinco galerías especializadas en el medio. Espectacular resulta, en todo caso, el stand monográfico que dedica a la estampa de Picasso Orangerie Reinz, pero son, asimismo, bien sólidas las propuestas de Estiarte (con sus picasso, miró, palazuelo, torner y concha garcía), Línea (con sus ediciones de Barceló, Teixidor, Susana Solano, Sicilia, Cristina Iglesias y José Herrera), La Caja Negra con dos impactantes ciclos de Lamazares y Santiago Serrano, o Michael Woolwort por sus sicilia y campano.

He reservado para el final lo referente al campo fotográfico, uno de los medios que mayor proyección han alcanzado en las modas emergentes en el contexto de los noventa, tanto por lo que se refiere a los creadores formados específicamente en el medio, como a los que se han acercado a él desde otros sectores de la plástica. Excepcionales son, ante todo, las fotos de color de Alberto García-Alix en Moriarty, junto a las que hay que resaltar las tempranas de Chema Madoz y Ciuco Gutiérrez de Ángel Romero, las de Jaime Gorospe en Masha Prieto, las cajas de luz de Mayte Vieta en Visor, las de Laura Torrado en Oliva Arauna, una muy hermosa de Dora García o la sorpresa del trabajo de Carmela García en Juana de Aizpuru, las de Eva Lootz en Luis Adelantado o los susy gómez de Toni Tàpies y Soledad Lorenzo.