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Reportaje:

Residuos bajo control:

Viernes por la tarde. Tras la jornada laboral, un pequeño vertedero junto a una fábrica de muebles acumula los restos de toda una semana de trabajo. Un operario cumple con el rito de quemar los residuos. Esta escena, que se ha repetido cíclicamente, camina hacia su desaparición. La normativa europea que obliga al tratamiento de los residuos ha provocado la toma de conciencia de los empresarios. En el caso del sector mencionado, el del mueble y la madera de la Comunidad Valenciana, el compromiso ha ido más allá, y junto a la Administración, a través de la empresa pública Vaersa, constituyeron hace un par de años la empresa RIMASA (Residuos Industriales de la Madera y Afines, SA), compañía que se encarga de gestionar los residuos que requieren un especial tratamiento. La empresa no tiene equivalente a nivel europeo, ya que hasta ese momento el mercado de los residuos estaba controlado por grandes grupos empresariales y por intermediarios.El proyecto surge en 1994, cuando se empieza a ser consciente de toda la problemática del sector de la madera y el mueble. Fueron las empresas las que se dirigieron a la patronal con la necesidad de solventar la falta de un mecanismo capaz de gestionar los residuos del sector. La solución que se escogió fue aprovechar la sinergia que tenían como colectivo para producir economías de escala, según explica el gerente de RIMASA, Damián Rodado. La opción escogida fue construir un centro de transferencia donde se pudieran agrupar todos los residuos y trasladarlos posteriormente a las plantas con capacidad para su tratamiento.

El centro está ubicado en el polígono industrial La Pahilla de Chiva. Hasta allí llegan diariamente restos de disolventes, de pinturas y barnices, de polvo de lijado de superficies barnizadas, inertes contaminados, lijas o aguas, procedentes de empresas del sector en la Comunidad. Una vez agrupados por sus características, que se establecen por el tratamiento que deben recibir para no provocar problemas medio ambientales, estos restos se llevan a una serie de plantas en las que se pueden tratar. Los tratamientos van desde la estabilización, a su depósito en vasos de seguridad o a la incineración. Sólo unos pocos son reciclables. Este tipo de instalaciones autorizadas para el tratamiento de estos residuos están en Vila-real, en Cartagena, en Huelva o en Tarragona. Sólo los incinerables se mandan fuera de España, ante la falta de una instalación más cercana que pueda realizar esta labor.

En estos momentos, RIMASA gestiona los residuos contaminantes del 20% de las empresas del sector de la Comunidad. En total, 2,8 millones de kilos de desperdicios controlados en el último ejercicio. Estas firmas suponen el 80% del volumen de negocio, pero no de los residuos, ya que la generación de este tipo de restos no depende de la facturación sino de la actividad que desarrolla. El estudio que se realizó para la puesta en marcha del proyecto apuntó que el sector de la madera y afines produce anualmente unos 7 millones de kilos. Sin embargo, a medida que la empresa ha comenzado a funcionar se evidencia que la realidad puede ser muy distinta: Si RIMASA ha recogido 2,8 millones de kilos de 215 empresas, y en la Comunidad hay unas 3.000 o 4.000 altas de licencia fiscal, de las que 2.500 pueden producir residuos tóxicos y peligrosos, es evidente que el estudio se quedó corto. La realidad puede rondar por los 60 millones de kilos.

Para el gerente de la firma, es necesario que se incentive de alguna forma a los productores de residuos, ya que es difícil cambiar la mentalidad de un empresario que hasta ahora no ha necesitado invertir en medidas medioambientales: "San José era carpintero y los envases los tiraba al Jordán. Hace 2.000 años que no se gestionan los residuos de este sector. Que en un año se pongan todos al día, que paguen y que tengan un coste más, es muy complejo", señala Rodado, que apunta que la vocación de RIMASA es convertirse en el departamento de medio ambiente de las empresas.

Pero mientras llega el momento en que todos los residuos se encuentren bajo el control de empresas especializadas, Rodado destaca el importante trabajo que se realiza en RIMASA: "Estamos evitando que casi tres millones de residuos estén donde no deben estar: transformados en humo, convertidos en partículas o vertidos en L'Albufera".

El difícil equilibrio entre colaborar y competir

El objetivo de RIMASA no es tanto producir dividendos para sus accionistas (Vaersa al 64%, y el resto en manos de empresas del sector) como prestar un servicio. Es por eso que la empresa puede ajustar su márgenes operativos, situando sus ganancias en las necesidades de inversión y de funcionamiento. Sin embargo, a pesar de los estrechos beneficios por las operaciones, el gerente de RIMASA, Damián Rodado, tiene que lidiar todos los días con las grandes empresas encargadas de tratar los residuos. En España existen cinco empresas que pueden atender esta necesidad: Hidronor, Cespa, Becesa, FCC y Tecmed. Rodado tuvo que negociar con estos grandes grupos, que no son más que la competencia directa de RIMASA. "Nuestra fuerza", explica Rodado, "es la fidelidad del sector. Desde esta empresa podemos ofrecer a estas compañías un gran volumen de residuos, dado que contamos con el apoyo de la patronal del sector". Rodado logró firmar una alianza estratégica con estas firmas, garantizando una serie de kilos que individualmente las grandes empresas no podrían conseguir. "El acuerdo no es con una sola empresa. A cada una le entregamos los residuos en los que son especialistas, evitando que se conviertan en meros intermediarios", señala el gerente, que añade que la experiencia ha tenido éxito hasta ahora: "Estas grandes empresas nunca pensaron que le iban a facturar la cantidad que este año han obtenido del sector del mueble". Con todo Rodado es consciente de que pueden ser puenteados en cualquier momento: "Trabajamos porque nos dejan trabajar, ya que las grandes empresas podrían ir directamente a los fabricantes".RIMASA recoge los residuos en la planta de Chiva y posteriormente los entrega a las empresas capaces de tratarlos. Por cada kilo, la empresa valenciana debe pagar una cantidad determinada a estos destinos finales. Los ingresos llegan a RIMASA por la cantidad que cobra por retirar los residuos de las empresas y encargarse de la buena gestión final.

El modelo de RIMASA ha interesado al sector del mueble de Murcia, Andalucía y Castilla-La Mancha, donde se desarrollan proyectos similares, con el asesoramiento de la firma valenciana. "Queremos crear un organismo que nos coordine para que las economías de escala que estamos generando se multipliquen a nivel nacional y poder negociar mejor con las grandes firmas", apunta Rodado.

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