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Royuela cree que el humor es fundamental para entender el horror

El autor publica la novela "La mala muerte"

Amelia Castilla

Fernando Royuela (Madrid, 1963) decidió, viendo un cuadro de Velázquez en el Museo del Prado, que el protagonista de su novela debía ser un enano: "Como este enano que se creció a su época, el mío crecerá en otro Madrid y en otra monarquía", cuenta el autor tres años después de aquella reflexión inicial al presentar La mala muerte (Alfaguara), su nuevo trabajo.Para escribir la que es su tercera novela, Royuela recurrió después a la técnica pictórica de Bacon: "Rascar en la realidad y profundizar". El resultado, en palabras del autor, es una novela imbuida de una estética de deformación de la realidad en la línea de La Celestina, el esperpento de Valle-Inclán y el tremendismo de Cela.

La mala muerte se inicia como un monólogo -"A lo largo de mi vida he conocido a infinidad de hijos de puta y a ninguno le deseé la mala muerte", dice el protagonista en las primeras líneas-, pero termina con un diálogo entre todos los personajes. El repaso de la biografía de Goyito supone también un recorrido despiadado por la historia de España en los últimos 50 años. En ese camino, Royuela no deja títere con cabeza. Empieza por la Iglesia, la burguesía, los comunistas, los policías corruptos, los mendigos, y acaba con el librecambismo económico.

El protagonista de La mala muerte ha crecido a patada limpia en un pueblo de La Mancha en el que vive hasta que su madre lo vende a un circo ambulante donde no mejorará su situación. De la carpa pasa a las calles de Madrid, donde lo recoge un mendigo y se hace confidente de la policía, lo que le permite conocer a una comunista que le deja todos sus bienes en herencia. A partir de ahí comienzan nuevos tiempos para Goyito. Todo ello contado con un lenguaje en el que se combina el horror y el humor: "El humor es necesario para la continuidad de la novela y para su lectura", asegura Royuela, para quien "el humor es fundamental para entender el horror".

El autor de Callejero de Judas, un poeta inédito hasta ahora, sólo salva en su relato la lírica. La novela se inicia con un poema de Ángel González, Entreacto, y cada época de la vida del personaje central de la novela está gobernada por un poeta: Bécquer para el inicio y para su primer amor; Lorca para cuando está en el circo y cae el franquismo, y Blas de Otero para la transición.

Royuela, que compagina la literatura con su empleo como abogado mercantilista, dedica su novela a Pote Huerta, su anterior editor, "por el veneno de la literatura".

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