El socialista Lagos afronta el reto de ganar la confianza de las Fuerzas Armadas chilenas
Una de las primeras tareas que el presidente electo de Chile, Ricardo Lagos, tiene por delante es la recuperación de la confianza de los militares. "Tenemos que ser inteligentes y pasar a ser sus amigos", señalan fuentes de la Concertación, la coalición triunfadora en las elecciones del domingo. Pero al mismo tiempo, un eventual juicio al exdictador Pinochet en Chile, tras su previsible regreso de Londres, tendrá lugar con un presidente socialista. "En este caso la lectura de los militares será de desconfianza", apuntan las fuentes consultadas.Lagos aseguró ayer que su Gobierno intentará reponer la facultad del presidente de la República de renovar a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, disposición que fue suprimida tras el golpe de 1973. "Un sistema democrático consiste en algo muy fundamental donde el monopolio de las armas corresponde a las Fuerzas Armadas, el cómo y el cuándo se usen las armas corresponde a la autoridad democrática que el país elige, y es en virtud de este elemento que a mi juicio tiene que existir la facultad de renovar los altos mandos", afirmó Lagos.
Con buenas relaciones con los militares, Eduardo Santos, presidente de la Comisión de Defensa del Partido Demócrata Cristiano asegura que "cuando éstos hablan con un socialista, tienen una mayor desconfianza que frente a un demócratacristiano. Me lo dicen muchos parlamentarios y políticos del Partido Socialista. Es una desconfianza producto de una situación histórica, pero no tiene que ver con la realidad". Pero ello no impedirá que el 11 de marzo las tropas rindan honores al nuevo presidente. "Mientras Lagos cumpla la Constitución no se moverán. Nadie pone en discusión su autoridad como presidente y he conversado con muchos militares", afirma Santos.
Dejar actuar a la justicia
Lagos decía el lunes a este diario que dejará que la justicia actúe con entera libertad contra Pinochet a su regreso a Chile, y que si los militares tratan de impedir un eventual juicio al general se lo dirá al pueblo. Santos estima que una acción de los tribunales contra el exdictador provocará "turbulencias" en las filas castrenses, pero precisa que las presiones "serán esencialmente emocionales". "La capacidad de convocatoria de los militares es escasa y la derecha no secundará acciones que sólo le pueden restar votos en las elecciones parlamentarias del año próximo". Un socialista en La Moneda 27 años después de derrocamiento de Salvador Allende provoca desconfianza entre los uniformados, pero no hay que olvidar que los últimos movimientos de sables registrados en democracia, con Pinochet como comandante en jefe del Ejército, fueron con presidentes demócratacristianos.
En la cuestión militar, Lagos tiene sobre la mesa una agenda histórica, que contiene los temas heredados de la dictadura. En primer lugar, los derechos humanos en todas sus vertientes. "Hay que tener paciencia oriental", dice Santos. "Es un tema que nos va a acompañar en los próximos 50 años. Civiles y militares tenemos que seguir ganando espacios de confianza. Es muy importante seguir con la Mesa de Diálogo. Lo que ocurre es que los derechos humanos no dan dividendos políticos, pero es un tema de Estado en el que hay que avanzar con un presidente que tenga la voluntad necesaria, independientemente de su color político".
Santos dice estar convencido de que en el tercer Gobierno de la Concertación se va a avanzar más, porque "han pasado 10 años y los odios son menores", aunque puntualiza que "este tema no se va a resolver con el Gobierno de Lagos ni con el siguiente. La cosa pasa por la justicia. Los crímenes de Estado no son amnistiables. La Caravana de la muerte, el asesinato del general Prats, por ejemplo, no son amnistiables. Hay que saber qué pasó, y los que cometieron los delitos tienen que pagar por ello".
Según Santos, los militares entienden que les conviene más un Gobierno presidido por Lagos, aunque "emocionalmente votaron por Lavín en un 85%, porque fue funcionario del régimen".
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