Clinton se vuelca en las conversaciones de paz entre Siria e Israel
Bill Clinton, exultante porque la llegada del año 2000 se produjera en EEUU sin fallos informáticos ni actos terroristas, puso ayer manos a la obra en lo que es su gran objetivo de política internacional. El presidente de EEUU volvió a reunir a Siria e Israel en su país, esta vez en un hotel de Shepherdstown, a unos 110 kilómetros de Washington. "Estamos en el comienzo de un proceso, no en el final", advirtió Madeleine Albright, secretaria de Estado norteamericana.
Aunque precisó que serán necesarias otras rondas de negociaciones antes de alcanzar un acuerdo final de paz entre Damasco y Tel Aviv, Albright confirmó que la atmósfera era optimista. Tanto el primer ministro israelí, Ehud Barak, como el presidente sirio, Hafez el Asad, están decididos "a hacer que esto funcione", dijo Albright. Antes de viajar a EEUU, Barak había declarado: "No necesitamos esperar a otro milenio, a otro siglo o incluso a otros 10 años para encontrar un modo de hacer la paz con nuestros vecinos". Como en el primer contacto, el celebrado en la Casa Blanca en diciembre, Israel estaba representado por Barak, y Siria, por su ministro de Exteriores, Faruk al Shara. La agenda de las conversaciones también era similar: el Golán, que Siria quiere recuperar; el establecimiento de relaciones diplomáticas, que Israel desea que sea total, y el reparto de los derechos de agua.
En su encuentro de diciembre, sirios e israelíes decidieron darse este año, el último de la presidencia de Clinton, como plazo máximo para alcanzar un acuerdo. David Levy, ministro de Asuntos Exteriores israelí, expresó a la radio militar de su país el deseo de que El Asad se incorpore personalmente a las negociaciones para expresar su voluntad de firmar la paz. Pero el enigmático presidente sirio rara vez aparece en público y sus viajes al extranjero son muy contados. Al Shara es, desde hace dos décadas, su hombre de confianza.
Siria, según Levy, ha enviado signos que indican que está dispuesta a aceptar las demandas israelíes para crear un clima de confianza entre los dos países, enfrentados desde el nacimiento del Estado hebreo, en 1948. Sin ese "clima de confianza", el Gobierno israelí no puede proponer a su pueblo la devolución de los Altos del Golán, conquistados militarmente en 1967 y que dominan estratégicamente las llanuras del mar de Galilea, la gran fuente de agua para Israel. Siria, adelantó el diario oficial Al Thawra, prosiguió ayer sus primeras conversaciones a alto nivel con Israel con "la mente abierta y un verdadero deseo de conseguir una paz justa y global". Pero Damasco no aceptará ningún acuerdo que no contemple la restitución de su soberanía sobre el Golán. La paz entre Israel y Siria abriría el camino a otra entre Israel y Líbano, cuya política está completamente entre las manos de Damasco tras las guerras civiles que asolaron el pequeño país árabe.
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