Nochebuena palestina en Belén
Arafat convierte la Natividad en un alegato de su causa, mientras en Líbano se reanudan los combates
La misa de Nochebuena en Belén, la última del milenio, se convirtió en un alegato en favor de la causa palestina y de la paz, mientras que a la ciudad santa llegaban los ecos de nuevos combates en el sur de Líbano, entre la guerrilla islamista de Hezbolá y las tropas israelíes.La ceremonia religiosa de Belén, difundida a todo el mundo a través de la televisión, fue presidida por el presidente de la Autoridad Palestina, Yasir Arafat. A la misma asistieron, entre otras personalidades, el presidente del Gobierno español, José María Aznar; el primer ministro marroquí, Abderramán Yusufi; el jefe del Gobierno italiano, Massino D"Alema, y el presidente ugandés, Ioweri Museveni.
"La justicia y la libertad deben reinar sobre todos, y especialmente para los refugiados y los presos palestinos", exigió Michel Sabbah, el patriarca latino de Jerusalén, jefe de la Iglesia católica en Tierra Santa y principal oficiante de la misa de Nochebuena, misa del Gallo, celebrada en la Iglesia de Santa Catalina, junto a la Basílica de la Natividad, en Belén.
Sabbah, convertido en uno de los más firmes defensores de la minoría cristiana frente al sionismo judío de Israel, aprovechó, asimismo, la misa navideña para atacar con dureza "al extremismo religioso que se alimenta de la injusticia en el mundo" y reclamar la "cooperación entre cristianos, musulmanes en el mundo árabe", en clara alusión a los fundamentalistas islámicos, que durante estos últimos meses, apoyados por el Gobierno de Israel, han estado originando conflictos con los cristianos de Nazaret a raíz de la construcción de una mezquita, junto a la basílica de la Anunciación.
Las palabras del patriarca fueron escuchadas desde el exterior del templo por millares de peregrinos -los pronósticos habían asegurado que se superarían las 60.000 personas-, que, al no poder entrar en la iglesia, se vieron obligados a seguir la ceremonia a través de enormes pantallas de televisión, desafiando al frío y a la lluvia, que cayó de manera intermitente durante toda la noche.
Belén amaneció tomada por centenares de policías palestinos, y estuvo durante todo el día de Nochebuena sumida en una especie de toque de queda, con numerosos comercios cerrados, calles cortadas al tráfico e infinitos controles de seguridad, que convirtieron el acceso a la Natividad en un tormento. Esta vigilancia especial estuvo apoyada por el Ejército israelí, que colocó filtros en la carretera que le une a Jerusalén, distante unos 10 kilómetros.
En el sur de Líbano se reanudaron los combates entre la guerrilla islamista de Hezbolá y las tropas israelíes, quebrando así un alto el fuego que sólo ha durado 48 horas. Este fugaz paréntesis en las hostilidades entre Israel y la guerrilla de Hezbolá se había iniciado el 22 de diciembre, por decisión del Ejército de Israel, con el fin de permitir a los fundamentalistas shiíes la recuperación de cinco cadáveres de sus combatientes, según aseguró un portavoz del Ejército israelí. Coincidiendo con estos combates, el Gobierno del laborista Ehud Barak anunció la aprobación de un plan de infraestructuras que reforzarán la frontera norte y permitirán la retirada en junio de las tropas israelíes del sur de Líbano.
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