Arte bajo tierra
El rector de la Universidad del País Vasco, Pello Salaburu, comienza su discurso bromeando sobre su tardanza por no acudir en metro cuando el estruendo de la maquina acercándose a la estación de Sarriko frena su intención. Adivina que es el riesgo de mostrar el arte bajo tierra y sonríe paciente hasta que la lejanía de la unidad le permite recuperar la palabra. "Es la primera vez que el arte sale fuera de las aulas y se acerca a la sociedad en colaboración con la empresa", dice Salaburu a los jóvenes artistas que exponen su obra.El rector se dirige a los 50 estudiantes de la Facultad de Bellas Artes que desde ayer y hasta el 17 de enero transforman la estación de metro de Sarriko en una nueva "sala de exposición" en Bilbao. Seis de ellos han acudido a recoger sus diplomas de ganadores del Concurso de Artes Plásticas que han organizado conjuntamente Metro Bilbao y la UPV.
Las imágenes que reflejan distintas visiones del suburbano aparecen como por ensalmo junto a la fría belleza de la obra de Norman Foster. Raúl Lopez Martín, estudiante de 4º curso de Diseño en Bellas Artes, contempla su obra premiada Unidos como el artista acostumbrado al éxito. "He ganado unos cuantos premios de carteles y me dedico al diseño gráfico", reconoce a sus 28 años. Y, como los artistas, se refiere a la "masa blanca", a esos golpes de blanco y rojo de su obra que el autor identifica como "los colores corporativos; todas las estaciones en un mismo plano, conformando un movimiento común hacia un objetivo, estar unidos".
La obra de su compañera Susana Jodra, también premiada, carece de título y en sus azules dice que pretende plasmar las idas y venidas de los seres humanos que "en las estaciones se cruzan y seguirán siendo desconocidos". Al rector Salaburu le gusta el trabajo y se lo hace saber a la autora. La estudiante lo agradece, pero le revela que es una pena que la hayan colgado al revés.
El resto de premiados contempla su trabajo tal y como lo configuraron. Así, Iñaki Ria, Aiur, con la obra Limpio, agradabe... rápido, en la que utiliza la técnica de porcelana y la acompaña con dos grabaciones, una realizada en el metro y una segunda con valses y polkas de Strauss.
Virginia Álvarez ha titulado su trabajo Tras la tormenta llega la calma. Es un trípitico en el que ha querido reflejar las situaciones que se pueden dar en un mismo escenario en diferentes momentos jugando con las sensaciones a través de los colores. La obra de Carlos Chavero de Pablo, sin título, es el resultado de una investigación que conjuga las artes gráficas, pictóricas y las nuevas tecnologías digitales. Y, finalmente, Ross Urien, sitúa en Espacio Urbano líneas, canales y recorridos en hueco representado a través de bajorrelieves.
Cuando la exposición termine el mes próximo, la obra de los seis grafistas podrá seguir contemplándose en los 30.000 ejemplares del calendario del año 2000 editado por Metro Bilbao. Y, entoces, será sin ruido.
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