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La Marina instala un dique hinchable para frenar la marea negra del 'Erika'

60 alcaldes levantan acta del estado de la costa ante su inminente polución

La Marina francesa ha empezado a levantar la última barrera para frenar la llegada a sus costas de las 12.000 toneladas de fuel vertidas por el petrolero Erika. En La Rochelle, los militares han instalado ya un dique flotante de un kilómetro de largo y la Marina se dispone a desplegar en los próximos días decenas de pequeños barcos para sujetar esa barrera. El dique hinchable podrá llegar a medir hasta 30 kilómetros.

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Mientras la Marina lucha por evitar el desastre, los alcaldes de 60 poblaciones costeras, acompañados de notarios y fotógrafos, han hecho levantar acta del estado impecable del litoral atlántico el 21 de diciembre de 1999. "Cuando el Amoco-Cadiz se hundió, en 1978, y derramó 230.000 toneladas de petróleo, las compañías de seguros se refugiaron en eso, en que no había constancia de que la costa estuviera limpia antes. Hemos tardado 17 años en ser indemnizados", dijeron los alcaldes.La compañía TotalFina, propietaria del fuel vertido y fletadora del barco hundido, se ha limitado a poner a disposición de las autoridades todo el material de que dispone para combatir la contaminación. Los pescadores de Guilvinec, al mismo tiempo que reclaman un boicoteo contra todos los productos TotalFina, también han reclamado la ayuda del notario para que levante acta de todo cuanto va ocurriendo desde el momento del naufragio del Erika.

Para los pescadores bretones, al margen de que el fuel pueda obligar a costosas operaciones de limpieza de la costa, el drama radica en las ventas. "Vamos a ver cómo dentro de muy pocos días va a caer en picado el precio de nuestro pescado o el de las ostras que se cultivan en la región. Y esas otras 20.000 toneladas enterradas en el fondo del mar son una bomba de relojería, que estallará el día en que acabe de pudrirse el casco del Erika", añadieron.

Otro afectado es la fauna Marina, especialmente las aves. Los primeros cadáveres han empezado a aparecer en las orillas, incluida la del País Vasco.

La marea negra, a unos 70 kilómetros de la isla de Yeu y a 320 de España, está compuesta por un centenar largo de manchas de fuel (un material cuya alta densidad dificulta tanto su extracción como su disolución) que ocupan un área de 30 kilómetros de largo por 10 de ancho. Aunque toda la atención está fija en su recorrido, los aviones de la Marina sobrevuelan varias veces al día la zona donde yacen los restos del Erika, ese casco partido en dos que reposa a 120 metros de profundidad. "En su bodega hay, como mínimo, otras 20.000 toneladas", recuerda una autoridad marítima. El que el fondo marino sea plano garantiza que los restos no van a desplazarse. Asimismo, las frías y estables temperaturas de las profundidades también juegan a favor en la medida en que solidifican el fuel. "Pero no podemos contar con que esa situación sea eterna. Esperamos la llegada de un robot-submarino para explorar mejor el Erika", añade el citado responsable gubernamental.

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