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El apóstol de la contracultura

Zerzan, un filósofo anarquista de Oregón, está considerado el líder espiritual de la revuelta de Seattle

"Tras dos largas décadas de pasividad, consumismo y crecientes niveles de vaciedad y deterioro, la gente se alzó de nuevo, habló de nuevo en Seattle", dice John Zerzan, el filósofo anarquista cuya presencia se disputan las emisoras de radio, cadenas de televisión, fundaciones culturales y universidades de Estados Unidos. Y es que la revuelta callejera de Seattle, que llevó el caos y el fracaso a la cumbre de la Organización Mundial de Comercio, ha convertido a Zerzan en una estrella. No sólo él estuvo allí, sino que, de modo directo o indirecto, muchas de las decenas de miles de manifestantes siguieron su grito contra la civilización de la tecnología y el consumismo."Ha vuelto la hora de la acción", declaró Zerzan hace unos días al diario The Oregonian. Como activista en la Universidad de Berkeley, Zerzan vivió las revueltas juveniles norteamericanas de los años sesenta y fue detenido en 1966 por bloquear pacíficamente el paso de un camión militar cargado de napalm. Pero luego vino un largo periodo de trabajos oscuros y escritura anónima para él, y de regreso del conservadurismo y la resignación a su país.

"Seattle me ha reconfortado", dice Zerzan. Los sociólogos de EE UU se preguntan si Seattle fue la última revuelta en Occidente del siglo XX, un eco del Mayo del 68 y Berkeley, o la primera manifestación de un malestar de la civilización en el siglo XXI. Y se queman las cejas leyendo textos de Zerzan, el nuevo apóstol de la contracultura. "Marx", dice Zerzan, "se equivocó al creer que el sufrimiento económico sería la base de la revolución; quizá lo sea la angustia psíquica, el sufrimiento espiritual".

Nacido hace 56 años en el seno de una familia católica, Zerzan fue conductor de taxi, carpintero y activista sindical tras licenciarse en Ciencias Políticas y en Historia por las universidades de Stanford y Berkeley. Divorciado y con una hija, ahora trabaja como canguro en una guardería y vive monacalmente en una habitación de un edificio gestionado en régimen de cooperativa de un barrio obrero de Eugene (Oregón). Zerzan hace los desplazamientos cortos en bicicleta, y los largos, en tren. No tiene coche, tarjetas de crédito u ordenador, y su televisor es de hace 20 años.

"Para ser un hombre que quiere retrasar el reloj de la civilización en 12.000 años y devolverla a la era de los cazadores y los recolectores, Zerzan pasa un montón de tiempo en las bibliotecas", ironiza The Wall Street Journal. Editor de dos antologías de textos contemporáneos libertarios, autor de dos libros publicados (Elements of refusal y Future primitive) y de decenas de sus ensayos cortos difundidos en páginas web anarquistas de todo el planeta, Zerzan es considerado como el padre de una filosofía llamada anarcoprimitivismo.

Como Don Quijote y tantos otros utópicos e iluminados, Zerzan quiere recrear la edad de oro. En Future primitive, publicado en 1994, hace la apología de la era paleolítica, antes de la invención de la agricultura, un tiempo en el que, dice, la gente se movía libremente, sin apenas nociones sobre la propiedad privada y sin Gobierno, dinero, guerras o sexismo. "El anarquismo clásico del siglo XIX", dice, "se concentraba en la abolición del Estado. Pero ahora somos esclavos de una forma de dominación que es más amplia y profunda que el Estado: una civilización dominada por empresas que hacen constantes innovaciones tecnológicas con el único objetivo de que la gente compre más y más".

Es curioso que Zerzan escriba a mano, no tenga buzón de correo electrónico y jamás haya navegado por Internet. Y lo es porque la revuelta de Seattle se organizó gracias al uso inteligente de los teléfonos celulares y los mensajes a través de Internet que hicieron los ecologistas, las centrales sindicales y las organizaciones de derechos humanos. Una coalición de intereses dispares y hasta contradictorios, unida, eso sí, por un común rechazo a una globalización percibida como beneficiosa esencialmente para las grandes multinacionales.

Antes de Seattle, Zerzan ya tenía en Oregón unos 300 jóvenes seguidores, agrupados en lo que llaman Bloque Negro. La policía les ha acusado en varias ocasiones de apedrear comercios y entidades bancarias. Zerzan argumenta que esta forma de acción directa no constituye violencia, sino autodefensa. "La gente", dice, "no atacaría la propiedad privada si tuviera alguna perspectiva racional de que el sistema va a cambiar para mejor. Pero no es así y la gente está desesperada. ¿Por qué 40 millones de norteamericanos toman diariamente productos antidepresivos?". Eso sí, Zerzan se opone radicalmente a las armas de fuego y los explosivos, y, en un país donde abundan estos artefactos, la policía no ha podido implicar nunca al Bloque Negro en acciones terroristas. "Lo que necesitamos", dice, "es un movimiento social masivo de protesta, no tiroteos".

No obstante, el autor de Future primitive se ha entrevistado en la cárcel con Theodore Kaczynski, más conocido como Unabomber, el terrorista anacoreta que enviaba paquetes explosivos para protestar contra la civilización capitalista y tecnológica.

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