El fracaso de la 'Polar Lander' reaviva el enigma de Marte y atiza las críticas a la NASA
Los repetidos fallos comprometen el envío de una misión tripulada en los próximos 20 años
La NASA arrojó ayer la toalla y reconoció la perdida de la nave Mars Polar Lander, el segundo gran fracaso en la exploración del planeta Marte cosechado por el organismo espacial estadounidense en los últimos tres meses. La NASA, que necesitaba desesperadamente un éxito, está ahora en el ojo del huracán. En la opinión pública y el Congreso de Estados Unidos se elevan voces que ponen en duda la utilidad y critican el excesivo coste del proyecto de exploración de Marte. En el seno de la NASA se discute, por el contrario, la política de "lo más barato" de su actual director, Daniel Goldin.
Los ingenieros de la NASA realizaron ayer un último esfuerzo de comunicación con la Mars Polar Lander, de la que no tenían noticias desde su descenso a la superficie marciana, el pasado viernes. Hicieron un intento de enlace por radio a través de la antena UHF de la nave con el satélite Mars Global Suveryor, que orbita el planeta rojo desde 1997. Pero la respuesta volvió a ser un prolongado y devastador silencio."Ha llegado el momento en que podemos decir con certeza que nuestras expectativas de éxito en esta misión son remotas", dijo en Pasadena (California) el jefe del proyecto, Richard Cook. No obstante, Cook señaló que continuarán los esfuerzos para establecer algún tipo de contacto con la nave o con sus restos. La cámara del Mars Global Surveyor intentará ahora tomar fotos de la zona de aterrizaje de la Mars Polar Lander.
La NASA no tenía ayer la más remota idea de lo que puede haber fallado en la misión. Ni tan siquiera sabía si la nave se desintegró en la atmósfera o aterrizó en la superficie helada del polo Sur marciano, con mayores o menores daños. Desde que el viernes, tras 11 meses de viaje, alcanzó la superficie de Marte, los ingenieros de Pasadena no han logrado entrar en contacto con ella y con las dos microsondas que lanzó durante su descenso.
Justificar la inversión
Ante la opinión pública y el Congreso de EE UU, la NASA tiene ahora la difícil tarea de justificar los 320 millones de dólares (53.000 millones de pesetas) perdidos este año en la exploración de Marte, tras los fiascos consecutivos de Mars Polar Lander y Mars Climate Orbiter. Este último artefacto se desvaneció en la atmósfera marciana el pasado septiembre. Los investigadores de la NASA han podido determinar las razones de su fracaso: una increíble esquizofrenia al programar simultáneamente su aventura en medidas de longitud inglesas y en el sistema métrico decimal.
Marte, situado actualmente a 250 millones de kilómetros de la Tierra, sigue resistiéndose a los artefactos enviados por los seres humanos. Su exploración ya costó en 1993 la pérdida de la Mars Observer y, en 1964 y 1971, la de naves de la serie Mariner. Tras los desastres del último trimestre, parece desvanecerse el objetivo de enviar al planeta rojo una misión tripulada por humanos en los próximos 20 años.
Dan McCleese, jefe de los científicos de la NASA que trabajan en el programa de Marte, se declaró ayer confiado en que la mala racha no merme el interés que suscita el planeta rojo en la imaginación humana. "Marte", dijo McCleese, "es accesible; Marte es interesante. Puede que tuviera alguna vez vida. Vamos a seguir explorando, vamos a seguir yendo más allá".La misión concreta de la Polar Lander era detectar la posible presencia de agua en Marte y estudiar su atmósfera. De ello depende el envío de nuevas misiones para determinar si alguna vez hubo allí vida, o si todavía la hay. Pero la desaparición de esta nave pone en cuestión las misiones similares previstas para los años 2001, 2003 y 2005. Al no saber cuáles han sido los errores concretos de la última misión, es muy difícil corregirlos en próximos envíos.
La NASA recibía ayer críticas de dos tipos. Los legisladores partidarios de recortes presupuestarios señalaban que el programa de exploración de Marte es demasiado costoso y de dudosa rentabilidad. Los desastres de los últimos tres meses pesarán mucho el próximo año en el debate del Congreso sobre los fondos destinados al programa espacial.
Pero en el seno de la NASA y entre sus entusiastas en la sociedad civil se hacía otra lectura. La culpa, se decía, la tiene la política de "lo más rápido, lo mejor y lo más barato" impulsada por el director de la NASA, Daniel Goldin, nombrado por Bill Clinton en 1992. Esa política ha sido la obsesión de la NASA esta década y ha merecido los aplausos de Clinton y del vicepresidente, Al Gore. Cuando la Casa Blanca le propuso un recorte presupuestario del 5%, Goldin se ofreció a aplicar uno del 10%.
Para James Oberg, un veterano ingeniero del programa espacial, ese entusiasmo por éxitos rápidos a bajo coste es el culpable de los desastres. "Los excesivos recortes presupuestarios en los programas de la NASA", escribió Oberg en el diario USA Today, "han conducido al uso de equipos de empleados altamente cualificados que trabajan demasiado a cambio de sueldos inferiores a lo que merecerían, en combinación con empleados inexpertos y poco cualificados".
La dirección de la NASA intentaba poner buena cara al mal tiempo y defendía la estrategia de bajo coste establecida por su director. "Hay que arriesgar algo para conseguir algo", dijo Cook, el responsable del fracasado proyecto marciano.
La NASA prosiguió ayer con sus planes para intentar salvar otra misión en apuros. La tripulación del transbordador Discovery llegó a Cabo Cañaveral (Florida) para preparar su viaje de reparacióon del telescopio espacial Hubble.
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