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Un congreso examina en Cádiz los lazos entre el erotismo y la literatura

La Fundación Goytisolo organizó el simposio

Aunque todo parece estar ya dicho acerca de las relaciones entre el erotismo y la literatura, queda aún la posibilidad de profundizar en las claves de ese antiguo idilio, investigar su cuándo, aclarar su cómo y dar respuesta a alguno de sus porqués. Con este espíritu se ha desarrollado esta semana el VII Simposio Internacional de la Fundación Luis Goytisolo, que fue clausurado ayer en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María.El encuentro ha estado protagonizado, en buena parte, por escritoras, estudiantes y profesoras universitarias. La llamada novela erótica ha sido obviada o expresamente despreciada, en beneficio de un enfoque historicista y filológico del tema propuesto. "El género es en este caso un problema", explica el crítico Ignacio Echevarría, "al ser el recurso de la sociedad para desactivar un discurso. La literatura erótica es eficaz cuando opera allí donde no es previsible".

Para el anfitrión del congreso, Luis Goytisolo, "el erotismo es consustancial a la literatura, ésta nace siempre ligada a la religión, a los mitos épicos o al amor". La intención de examinar qué papel juega el erotismo dentro de la escritura entraña, no obstante, riesgos que los coordinadores del evento habían calculado de antemano: "Fácilmente se deja de discutir sobre literatura para hablar de sexología, y al final cada uno acaba hablando de uno mismo".

Manga ancha de la Iglesia

El escritor Juan Goytisolo, encargado de abrir el programa, pidió una atenta lectura de la historia para explicar cómo "pese a la Inquisición, la corriente erótica de la literatura contaba con una cierta manga ancha de la Iglesia". "Los regímenes políticos siempre han sabido que no pueden oprimir a la vez el cuerpo y la mente", aseguró. "La opresión del entendimiento era tal sobre las cabezas pensantes de la época que tenían que dejar escapatoria por algún lado".Juan Goytisolo citó asimismo ciertos escritos contemporáneos a Calderón de la Barca en los que "se pedía que la introducción del sexo en la boca de la mujer no fuera considerado pecado". "Las propuestas fueron sistemáticamente rechazadas, pero lo importante es que los confesores mostraban un talante más abierto", afirmó. El autor recurrió también a La Celestina y a La lozana andaluza para sentar los precedentes de numerosas reivindicaciones feministas, al mismo tiempo que "empieza el mundo que encontramos en la obra del marqués de Sade".

La escritora Susana Fortes añadió que "el escenario del nuevo Eros romántico es la cocina, el despacho, el teléfono móvil". El amor erótico se ha democratizado, aseguró la autora, pero "Otelo y Desdémona, Calixto y Melibea, no fueron felices, o lo fueron a la manera trágica".

Ignacio Echevarría añadió que el erotismo sigue siendo la única esfera donde resiste lo privado. "Cuando no hay moral religiosa ni moral política, el erotismo articula el único discurso de lo privado que puede llegar a ser transgresor", expuso el crítico, "al margen de un discurso social en el que los poderes, la publicidad o el cine se han apropiado del erotismo y lo presentan como estereotipo".

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