Soy un histórico
Le pasa a todo el mundo, aunque no quiera. Un día te levantas, miras en el espejo amaestrado del baño tu cara, que ya no es la de un niño, y abres el periódico con la mano libre que deja el desayuno. Ahí estás. No tú con tu nombre, ni tu fotografía de joven, pero sí aquel día, aquella desgracia o sorpresa grata que viviste. El acontecimiento que empezó banalmente, como otra rutina de la juventud, pasó a la historia, o la hizo. Y de ese modo simple, pasivo, resulta que has entrado en los libros, esfuerzo que a tantos artistas y políticos les cuesta inútilmente sangre.La sensación agria y dulce de ser un poco histórico sin quererlo la he tenido en los últimos meses leyendo dos series periodísticas de rememoración que El Mundo encarta varias veces a la semana bajo el título El Diario del Siglo XX, y EL PAÍS publica los sábados, en formato reducido y exento, con el de Protagonistas del siglo XX. La serie de este periódico es más ensayística, y de firmas, pero aun así tú puedes salir en ella con tal de que hayas cumplido años por un tubo. Ni siquiera tantos. Me impresionó, por ejemplo, la reconstrucción que el periodista Enric Company hacía de la matanza de Hipercor, sucedida "sólo" hace doce. Ese día yo estaba en Valencia oyendo las intervenciones de una mesa de intelectuales allí reunidos, en una valerosa iniciativa personal de Ricardo Muñoz Suay, para homenajear y revisar el histórico Congreso en Defensa de la Cultura de 1937 (para ése no nací a tiempo). A Vázquez Montalbán, que estaba en la mesa, alguien se le acercó a decirle algo mientras escuchaba al ponente anterior, y cuando, a continuación, le tocó hablar a él, dio al público, con un dramatismo seco que aún me remueve, la noticia de la brutalidad que ETA acababa de cometer. Todos los ciudadanos anodadados por aquel atentado formamos parte -junto a las víctimas y los asesinos- de la estela histórica del suceso.
Durante muchas semanas, la serie de El Mundo era un magnífico tebeo del pasado, pues en ella destaca la parte gráfica, y las noticias reproducen acertadamente el formato de periódico. Ninguna inquietud, pues. El naufragio de buques en los que no montaste; fotos de tu ciudad con calesas allí donde ahora ves el deportivo desde el que un alto cargo contrata por teléfono móvil sus stock options; premios Nobel a escritores a los que la prueba del algodón de la posteridad ha dejado ilegibles.
Pero el tiempo pasa, y ahora esas páginas no me dan más que sobresaltos. Pensar que yo vi el cuerpo inerte de Azorín, todo un clásico del 98, en el velatorio de la calle de Zorrilla al que fuimos Antonio Martínez Sarrión y yo, mitad devotos y mitad dadaístas, firmando a la salida en el libro de condolencias con nombres falsos de republicanos del exilio. En el 68, aparte de la playa bajo los adoquines y otras flores de mayo, a mí me llegó al alma la foto que El Diario del Siglo XX publica de Massiel levantando los brazos del La, la, la. La canción, la verdad, es que no ha pasado al repertorio histórico, pero yo y cien reclutas más le estuvimos agradecidísimos a la cantante por ganar ese Eurovisión; al capitán del cuartel donde hacíamos la mili se le reblandeció -patriotismo más que melomanía- el corazón, y nos dio permiso para salir toda la noche. No sé si España entera cantó al unísono el triunfo de la bravísima minifaldera; nosotros, calle Princesa abajo, sí entonamos el estribillo, encendidos por las primeras copas de libertad, y un fotógrafo movilizado por el Ya para reflejar la temperatura callejera del evento nos sacó una foto. En algún archivo estará, o en un libro sobre la miseria cotidiana del franquismo que prepara en estos momentos un investigador de la Universidad de Nebraska.
Andy Warhol hizo el chiste de los 15 minutos de fama que todo ser alcanza en su vida, por monótona o pobre que sea, pero yo no hablo aquí de ese derecho humano a la fugacidad; hablo de otra clase de aguante. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que tú, lector adolescente de esta página, te sientas inmortal porque un historiador del futuro analice el impacto posible del procesamiento de un ex presidente del Gobierno que no tuviste tiempo de votar?
Babelia
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