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CUMBRE DE LA HABANA

Castro utiliza sus gestos con el Rey como forma de desaprobación de la política española

Fidel Castro, el rey Juan Carlos y José María Aznar han sido los protagonistas indiscutibles de la IX Cumbre Iberoamericana, que concluyó ayer en La Habana, con indicios evidentes de un rebrote de las tensiones entre España y Cuba. Cada gesto, mirada o cara, y el tono de las palabras y bromas cruzadas entre los tres estadistas, han servido de termómetro para medir lo diferente que son las relaciones entre ellos, y también lo mal que andan las cosas entre Castro y Aznar.El Rey siempre tuvo una sonrisa en los labios y dio una imagen de simpatía, actitud que no le impidió llamar a las cosas por su nombre y afirmar que "sólo con una auténtica democracia, con la plena garantía de las libertades y en el escrupuloso respeto de los derechos humanos por parte de todos nosotros podrán nuestros pueblos enfrentar con éxito los desafíos del siglo XXI". Lo dijo la noche del lunes, durante la cena de bienvenida que ofreció Castro a los mandatarios, pero su tono no molestó a los ministros del Gobierno cubano pese a lo claro del mensaje. La actitud de Aznar fue la contraria durante toda la cumbre. Su rostro siempre reflejó seriedad y hasta disgusto cuando el líder comunista cubano pronunció alguna frase de barricada.

El presidente español dejó clara cual sería su actitud horas antes de viajar a La Habana, al afirmar que mientras Castro estuviese en el poder no habría cambios en Cuba. Las palabras de Aznar no sólo fueron interpretadas como un gesto de descortesía por la delegación cubana, sino también por otras delegaciones que, pese a estar en desacuerdo con el régimen cubano, vieron en las declaraciones de Aznar una salida de tono.

Castro no se dio por aludido y, por el contrario, trató con cortesía a Aznar, incluso amablemente. Sin embargo, hubo un gran contraste con las deferencias que tuvo con el Rey. El presidente cubano le llevó en su coche y hasta le regaló, durante la cena de bienvenida, un retrato de sus padres, realizado durante el viaje que hicieron a la isla los Condes de Barcelona en 1948. El regalo emocionó a don Juan Carlos, que se puso la mano en el pecho y le dijo a Castro que el detalle le había llegado al corazón.

Horas después Aznar vino a decir durante una conferencia de prensa que no están dadas todavía "las condiciones" para que los Reyes viajen a Cuba. Sobre las relaciones entre el Rey y Aznar, además del marcaje del segundo sobre el primero durante toda la visita, baste decir que la mirada del Rey al presidente español cuando éste se quitó la chaqueta durante el paseo por la Habana Vieja fue severa.

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