_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tomates

Tal vez el día de mañana habrá en el mercado tomates cuadrados puesto que el baile de la genética no ha hecho más que empezar. En realidad el hombre está viviendo siempre su propia prehistoria. Dentro de un millón de años Einstein significará para los seres del futuro lo que hoy supone para nosotros una simple ameba. Sólo que Einstein habrá sido una ameba visionaria. En los laboratorios más avanzados se habla ya con naturalidad de una sanguijuela a la que se le ha incrustado un chip que le obliga a responder correctamente a ciertas preguntas. Esta sanguijuela ya sabe sumar; se cree que pronto será capaz de dirimir algunas cuestiones filosóficas y de asumir incluso el sentido del deber. En ese camino de perfección que va de la ameba al mono galáctico aquí en el planeta está a punto de producirse una boda feliz entre la biología y la cibernética de cuyo apareamiento puede salir una vida nueva a medias carbónica y metálica. No pienso morirme sin haber asistido a la rebelión de los berberechos, que está al caer; mientras eso llega trataré de ser todavía humano, por ejemplo degustando tomates secados al sol. La ciencia está alcanzando ya la última cota del mapa genético, ese baluarte donde el Supremo Hacedor puede ser desenmascarado; vaya, vaya, ¿de modo que el Gran Justiciero no era sino una molécula en forma de hélice? Los chicos de Harvard no hablan más que de unos cromosomas informáticos que van a engendrar máquinas con conciencia propia. Muy bien, un poco de calma. Frente a estas nuevas divinidades aún sirve el viejo paganismo: ayer en el mercado una hermosa verdulera me explicó que los tomates secos que yo le iba a comprar los había cultivado su padre en el huerto familiar. Eran tomates todavía redondos, jugosos y muy rojos. Los había escogido ella misma de la mata a la caída de la tarde. Los había abierto por la mitad y bien salados los había expuesto tres días bajo el sol de agosto sin permitir que les dañara el relente de la noche hasta que su piel arrugada había adquirido este color de cobre profundo lleno de jeroglíficos. Se dejan media hora a remojo y una vez escurridos se toman empapados con aceite virgen de oliva. Tomates secados al sol. Sun dry tomatos, así los llaman en inglés algunos jóvenes paganos de Harvard que también los comulgan devotamente como la última forma de resistencia humana frente a los monstruos de la genética que se avecinan.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_