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Los hermanos Cano Lasso proyectan un 'cofre' para los fondos del Patrimonio

El nuevo Museo de Colecciones Reales costará unos 6.000 millones de pesetas

El jurado del concurso de ideas para el Museo de Colecciones Reales, organizado por Patrimonio Nacional, decidió ayer "por unanimidad" la propuesta presentada por el estudio Cano Lasso, de Madrid. En el fallo se mencionan como argumentos favorables la integración en el entorno, la incorporación de los restos arqueológicos del lugar y el cumplimiento del plan museológico. Uno de los arquitectos del equipo, Lucía Cano, declaró que se ha proyectado "una pieza que ligara el Palacio Real y la catedral de la Almudena, con un cofre en su interior para las piezas más delicadas".

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Los hermanos Alfonso, Lucía, Gonzalo y Diego Cano Pintos, arquitectos con edades entre 34 y 41 años, mantienen el estudio de su padre, Julio Cano Lasso, con quien trabajaron en varios proyectos y concursos hasta su fallecimiento. Por los tableros pasaron el auditorio de Santiago de Compostela, el centro Timanfaya, el pabellón de España en la Expo 92 y la rehabilitación del Cuartel del Conde Duque, de Madrid. Entre los proyectos más recientes figuran oficinas y viviendas en Madrid, piscinas en A Coruña y un laboratorio en la Universidad de Murcia.El Museo de Colecciones Reales es el proyecto de mayor compromiso para el estudio Cano Lasso, con un presupuesto de 6.000 millones de pesetas. El jurado le ha seleccionado frente a las propuestas de Tuñón y Mansilla, Ricardo Bofill, Guillermo Vázquez Consuegra, Martorell, Bohigas y Mackay, David Chipperfield y Zaha Hadid.

"Es un proyecto muy comprometido y delicado por el lugar donde se encuentra", declaró ayer Lucía Cano. "Hemos optado por una solución, que vemos acertada, de proyectar una pieza que ligara el Palacio Real y la catedral de la Almudena, en lugar de introducir un tercer elemento autónomo, y que al mismo tiempo sirva de remate de la plaza, que anime al visitante a asomarse hacia los jardines del Campo del Moro".

El museo, subterráneo en toda la parcela en ele de la explanada de la Almudena y el palacio Real y un rectángulo de la fachada oeste de la catedral, tiene la complejidad de un proyecto sin salida al exterior. "Hemos proyectado como un cofre donde se van a exponer los tapices, por las condiciones climáticas muy especiales. En otros espacios irán situados los otros objetos de las colecciones, desde carruajes a pinturas".

Celosía de piedra

La zona frente al Campo del Moro ha decidido el fallo del jurado, con un tratamiento de una celosía de piedra, que Lucía Cano compara con un hórreo gallego o asturiano, "donde la piedra domina con unas ranuras profundas estrechas que permite la transparencia y contemplar los espléndidos jardines".El sistema constructivo de esta zona es como un doble muro cortina, ya que a continuación de la fachada de piedra se sitúa otra celosía de vidrio. En esta parte se sitúa la entrada del museo, con un pórtico donde las letras que forman la palabra museo reclaman la atención desde la calle de Bailén.

El respeto y la incorporación de los restos arqueológicos del antiguo Alcázar y de la muralla árabe, que se pueden ver desde una rampa de la zona del vestíbulo de distribución y desde una de las dos aberturas desde la plaza, es otro argumento que ha tenido en cuenta el jurado. En otros proyectos también tiene un tratamiento especial como condición imprescindible. El anteproyecto de los hermanos Cano, que en ocho meses convertirán en proyecto para construir en cuatro años, se ha ajustado al programa establecido por Patrimonio Nacional, con referencias específicas al entorno y la exposición de los fondos que ahora no se pueden ver en los palacios.

El jurado, de acuerdo con las bases, sólo descubrió ayer la identidad del equipo que, con las letras en clave BJP, correspondía al estudio Cano Lasso. Las propuestas de los siete equipos seleccionados se han expuesto al público durante un mes en el primer piso del Palacio Real. En el concurso del Museo del Prado sólo se mostraron con los nombres de los autores tras el fallo y así se hará también con el próximo concurso de ampliación del Museo Nacional Reina Sofía.

Como ocurrió con el concurso del Prado, que se adjudicó a Rafael Moneo al cumplir el estricto programa, los hermanos Cano se han acercado al programa de necesidades y al plan museológico, "aproximando en mayor medida la propuesta a lo requerido por el programa". El jurado también expresa "la satisfactoria integración en el entorno, que muestra un gran respeto hacia las edificacciones existentes y hacia la plataforma de la Almudena con su franca apertura hacia occidente". También destaca "la belleza y el acierto del cuerpo basamental, que enlaza con los poderosos zócalos del Palacio Real, y se constituye en pieza original, protectora, respetuosa y funcional, tanto en su fisonomía almohadillada como en la reinterpretación acertada de los contrafuertes".

Otros proyectos cercanos al ganador, en las discusiones del jurado, fueron los presentados por el equipo Tuñón y Mansilla y el de Guillermo Vázquez Consuegra, que no llegaron por incorporar una zona perteneciente a la Iglesia y poner material de cobre en la cubierta.

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