_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Incapaces

JAIME ESQUEMBRE

El 9 de noviembre de hace exactamente una década caía el muro de Berlín. La industriosa y rica Alemania se unificaba de nuevo. El oeste asumía las carencias del este y auguraba años difíciles en aras de la integración social, política y económica. Todos estaban de acuerdo en que, tras el muro derribado, no era posible mantener un gueto de miseria. Una vez superadas las diferencias, que todavía existen, pronto dejaremos de hablar de las dos alemanias. Un gran paso para Occidente.

En los poderes públicos, como en todo, cohabitan mentes privilegiadas con personajes incapaces de ver más allá de sus narices. Me permito la licencia de comparar situaciones incomparables, y escribir que mientras en Alemania han podido plantear y avanzar en la integración plena de decenas de millones de personas, aquí somos incapaces de hacer algo similar con los 1.500 habitantes de un barrio que las autoridades de turno han condenado a muerte, sin emplear ni un segundo de su tiempo en plantearse qué pasará con ellos. No es racismo ni xenofobia, dicen. Simplemente molesta su presencia por cuestiones de seguridad ciudadana, absolutamente legítimas, y otras más perversas y poderosas: la defensa de unos intereses urbanísticos que generarán plusvalías multimillonarias. Sólo cuando Parque Ansaldo sea un solar se podrán desarrollar centenares de miles de metros cuadrados. Y como no se van, hay que echarlos.

El cómo ya lo vemos: criminalizando a todos sus moradores, extendiendo un peligroso sentimiento de confrontación con el resto de la población, cortando el suministro de agua potable, cortándoles el fluido eléctrico y demoliendo lo demolible sin retirar los escombros, para que vivir allí sea un martirio.

Quienes actúan de esa forma, sin distingos en cuanto al color político que representan, que son todos, apelan a una larga retahíla de normas legales. Obvian que actitudes totalitarias de esa índole pueden llevarles a perder la legitimidad democrática que tienen en origen. Les hace falta releer la Constitución.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_