Canción de Alberti
La relación poética del recién fallecido Rafael Alberti con el País Vasco queda reflejada en su libro La amante, escrito en 1925. Sobre un apartado que el poeta llama Itinerario, viaja de Madrid hacia el Norte y vuelve a Madrid. En el camino quedan Aranda de Duero, Clunia, Huerta de Rey, Covarrubias, Lerma, Santo Domingo de Silos, Medina de Pomar, Villarcayo, Laredo, Castro Urdiales. A partir de Castro Urdiales pasa a Portugalete, y de ahí traza tres cancioncillas dedicadas a Santurce, Sestao y Bilbao. Seguido, viaja hasta la Peña de Orduña y vuelve por Miranda de Ebro y Pradoluengo hasta Madrid.El eterno enamorado de la bahía de Cádiz, viajó con su propio mar en la pupila, de ahí que en esas tres cancioncillas aluda a "la lancha más bravía", al "tan alegre marinero" y a la "¡Fiera cigala del mar!". Esas cancioncillas son como pregones de sana alegría, abiertos de par en par a los cuatro vientos. Desborde de emociones. El poeta, muerto ayer a la edad de 96 años, escribe ese libro como si fuera un reposo entre libros. Un año antes muestra uno de sus más acreditados logros, como es Marinero en tierra, obra que fue saludada por el siempre exigente y gran poeta Juan Ramón Jiménez. Tres años después, fechado en los años 1927 y 1928, surge su excelente Sobre los ángeles. En esas dos obras está ya contenido todo el Alberti futuro. Escribió sin contención, imparablemente, dejando a la imprenta trabajo como Entre el clavel y la espada o Retorno de lo vivo lejano, sin que se deba olvidar una obra peculiarísima, como es A la pintura.
Poeta comprometido. Al final de la guerra civil, tuvo que exilarse. Vivió en América y en Europa. Escribió obras de teatro. Volvió a su primer amor, o sea a la expresión plástica. Obras suyas se expusieron públicamente. Ha realizado numerosas serigrafías con su particular manera de concebir el dibujo (líneas que escapan con furia hacia los extremos, figuras filiformes sobre fondos blancos, colorines como cometas).
Rafael Alberti ha sido cantado, estudiado y analizado por grandes poetas y por reconocidos estudiosos de la literatura. Su nombre figura por méritos propios, sin esperar a que muriera, junto a los poetas que conforman la generación del 27. Esa generación con nombres tan emblemáticos como Federico García Lorca, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Miguel Hernández, José Bergamín, entre otros.
Con la muerte del gaditano, la Generación del 27 cierra un tiempo de vida física. La vida espiritual, que abarcaba desde la última vanguardia, pasando por el surrealismo, hasta la poesía pura, esa continuará por mucho tiempo.
A su vuelta del exilio, Rafael Alberti viajó otra vez hasta el País Vasco. Hace unos cuantos años. Volvió con canas, pero sonriente.
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