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La convergencia calculada de Frei y Aznar

El Gobierno chileno ha planteado su propuesta humanitaria para liberar a Pinochet por razones de salud para cuando el ministro Jack Straw lo estime conveniente. El embajador chileno en Londres, Sergio Cabrera, declaró el martes que su Gobierno ha advertido al británico sobre las consecuencias traumáticas para Chile de una muerte de Pinochet en el Reino Unido. El Gobierno español se ha apuntado a esta campaña con su granito de arena, a saber, con el anuncio de que no recurrirá si ésa es la decisión.Estos movimientos están calculados. Parten de una hipótesis: aunque Straw ignore ahora (la jurisprudencia así lo aconseja) esas peticiones, una vez que el asunto vuelva a su mesa (caso de que fracasen todos los recursos de la defensa de Pinochet), será él quien examine, entre otras, la cuestión de la salud. Y la salud, si Pinochet sufre un agravamiento serio, puede ayudarle a salvar el pellejo frente a la justicia.

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Es evidente: los primeros en argumentar la salud ante el ministro serán los abogados de Pinochet, que están facultados por ley, antes de que el ministro adopte una decisión sobre la entrega del ex dictador, a hacer alegaciones. Hacerlo desde ahora, cuando no existe hueco procesal para que el ministro actúe, tiene la ventaja de apuntarse la medalla después, caso de que se concrete la salida humanitaria. Frei quiere ponerse la medalla; Aznar, también.

Es interesante saber cómo terminó el caso Thom. La defensa retiró todos sus recursos pendientes. En 1995, el entonces ministro, a quien llegó la decisión, resolvió tras un examen médico que Thom no podría resistir un viaje en avión a EEUU. El ministro decidió rechazar la extradición por resultar cruel para el acusado.

La defensa de Pinochet se sabe el asunto. He aquí un dato: la abogada de la Fiscalía Pública en el caso Thom, que defendió que no era posible paralizar la extradición, fue nada menos que Clare Montgomery. Es una de las estrellas que trabaja en el equipo que ahora defiende a Pinochet. Paradojas.

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