Terenci Moix publica un libro feroz sobre la España de fin de siglo
'Chulas y famosas' se pone hoy a la venta
Aristócratas, millonarias, modelos y presuntas famosas de papel cuché pueblan la nueva novela de Terenci Moix (Barcelona, 1942), Chulas y famosas (Planeta), con la que culmina la trilogía que integran Garras de astracán (Planeta, 1991) y Mujercísimas (Planeta, 1995). "He querido poner sobre el tapete todos los mitos de la derecha, una derecha que siempre es agresiva. Para hablar de su mentalidad he recurrido a sus símbolos".
"Ellos [la derecha] nos los exhiben a cada momento y si yo les molesto porque me meto con el Papa, el Papa me molesta a mí cada vez que abre la boca y me tengo que aguantar cuando monseñor Yáñez hace sus declaraciones sobre los homosexuales".¿Se acuerdan de Miranda Boronat, una de esas señoras de toda la vida que ya apareció en Garras de astracán y en Mujercísimas? En Chulas y famosas, toma el mando; es ella quien escribe la novela, que arranca con una bonita página kitsch diseñada por Terenci: "Del diario privado de Miranda Boronat y todo cuanto les ocurrió a sus ochenta mejores amigas y sus coleguis tortilleros". Sus ochenta mejores amigas y sus coleguis son una fauna enloquecida, delirante. No hay desperdicio en la galería de retratos realizada por Terenci: la marquesa del Santo Copón, Chupita Telerín, toda ella silicona; la jorobada Quasimoda, enamorada del príncipe Felipe; Perla de Pougy, que trafica con niños; Luz Patricia, que acaba con un teléfono móvil encerrado en su virgo restaurado; Zenaida del Pozo del Tío Raimundo; Myrna Lamour, que combina su trabajo con sus amoríos, a cuál más noble y rico, y así tantos otros. "La intimidad se ha convertido en una industria. Me he limitado a sacar a los personajes más relevantes de esta fauna que está viviendo y prosperando. Es un ataque frontal. Es el retrato de famosos de baratillo, pero todo eso queda en segundo término. No quiero que digan que fulano es mengano o que ataco al conde tal. Algunos salen con sus nombres y apellidos; otros, disfrazados, representan al sector más cutre de cierta prensa. Un mundo en el que es más rentable parir que hacer una película. Hemos creado una sociedad contra las utopías que tuvimos en los años sesenta y ya no nos afecta nada, ni las desigualdades ni las catástrofes". Terenci hace una declaración de principios utilizando una frase de Carlos Barral: "El mundo será cada vez más feo". "Ya no tiene remedio, todo se está volviendo kitsch. La fealdad lo invade todo, una fealdad en colorines que parece menos fea, pero que, al contrario, lo es mucho más".
Provocación constante
Terenci Moix asesina definitivamente a su maestro Pasolini. Las palabras de éste en Medea "todo es santo, todo es santo, todo es santo" las enmienda el escritor catalán: "Nada es santo. Nada es sagrado. Poco es respetable". Bajo esta máxima atiza a diestro y siniestro: empieza con el entierro de la momia de Jordi Pujol en la montaña de Montserrat, despide "un desagradable olor a marisco fermentado"; también se las trae el vídeo Varietés ecuménicas 1999, realizado con la colaboración de las monaguillas de la parroquia de Santa Juana de la Real Monasteria de Santa Lorenza de la Escoriala, y acaba con una epidemia de sida en el Vaticano atribuida a la falta de preservativos y con la ONU enviando toneladas de preservativos a Vatican City. En medio, mucho más. Por ejemplo la afirmación de que la Virgen de Montserrat, la Moreneta, es la Virgen con más glamour, porque "está morenísima sin dejarse un dineral en rayos UVA". "Si yo tuviera en negocio de rayos UVA pondría a la Moreneta como reclamo".
A buen seguro el libro molestará a más de uno y a cierta Cataluña. "Esta cierta Cataluña que es la Cataluña profunda no me interesa nada, como no me interesan las zonas profundas, empezando por la América profunda, donde se esconde lo más reaccionario, lo más conservador. Les he molestado en numerosas ocasiones, a veces con un simple artículo, pero me da igual. He querido hacer este esperpento y si molesta, pues molesta, qué le vamos a hacer. No me aflige. Me aflige que exista gente que se moleste. La intolerancia es lo peor del mundo".
Chulas y famosas es una novela feroz, bestia y nada sentimental. "No había opción para la ternura. He querido arrancar la crueldad que hay tras las apariencias. Lo que hay detrás de los colorines es egoísmo e inconsecuencia". Es irreverente. "Me encanta". Es escatológica. "También. La utilizan las clases altas, como Miranda cuando dice que se está volviendo cacainómana. Cuando quieres ridiculizar a un personaje basta con descenderlo a lo más bajo". Llega con frecuencia al absurdo. "He querido jugar con el absurdo incluso en el lenguaje. Me apetecía hacer una transformación de lo real". Es, sobre todo, una novela frenética. "Eso lo he cuidado mucho porque he querido sentirme como si tuviera 17 años y meterme en un ritmo alocado. Me he sentido con la libertad de decir que tengo 17 años, que no tengo que entregar el libro a ninguna editorial, y lo he hecho porque me apetecía correrme esa juerga. Me he sentido un poco gamberrito". "La verdad es que quería escribir una alta comedia, pero de repente se mezcló Groucho Marx. Cada noche venía Groucho y me decía: "Hostia, Terenci, que te estás quedando corto". "Debe de ser que llevaba mala leche acumulada, de ésas que acumulan las personas pacíficas, y que de repente salió y lo que proyecté como una comedia frívola se ha convertido en una cosa del absurdo y muy negra".
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