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Escándalo científico por la difusión de un estudio británico de transgénicos

"The Lancet" edita un trabajo al que se oponen sus propios asesores

Isabel Ferrer

The Lancet, la revista médica más prestigiosa del mundo, ha roto sus estrictas normas de publicación en aras de la transparencia científica. Su edición de mañana incluye la reseña del ya famoso experimento sobre los posibles efectos nocivos de las patatas transgénicas, que desencadenó el rechazo ciudadano a los transgénicos en 1998 y que ha sido descalificado por los asesores de la revista.

El trabajo de los investigadores Arpad Pusztai y Stanley Ewen, esgrimido en 1998 por los ecologistas como la prueba de que los alimentos modificados no son inocuos, generó una ola de críticas ciudadanas al comportamiento del Gobierno británico, firme defensor de la biotecnología aplicada a la agricultura.Al publicar el estudio, The Lancet pretende demostrar, por un lado, que los temores del consumidor hacia unos alimentos cuyos verdaderos efectos ignora son legítimos. Restaurar el diálogo entre la comunidad científica, a veces demasiado hermética, y un ciudadano medio en busca de respuestas claras a sus dudas, sería el otro objetivo perseguido por la revista.

"Los posibles riesgos de un nuevo producto no pueden condensarse en una serie de explicaciones abstractas. Lo importante es averiguar y comprender los miedos de la gente en el terreno de los alimentos transgénicos. Es posible que las conclusiones de Pusztai sean preliminares y no deban generalizarse, pero ahí están por fin, al alcance de todos, para su discusión", señalaba ayer Richard Horton, director de la publicación, al anunciar la aparición del estudio. Sus portavoces añaden asimismo que la mayoría de los asesores, incluso los que critican la validez científica del experimento, prefieren verlo impreso "a que se hable de una conspiración de silencio".

Aunque suelen permanecer en el anonimato, varios de los consultores de The Lancet, denominados árbitros, han dejado muy claro que se revolverán contra ella si la edición de mañana no aclara su rechazo al estudio de Pusztai . "Es bien triste ver cómo una revista de este prestigio ignora a sus propios especialistas", ha dicho uno de ellos, John Pickett, experto en la química de las plantas y responsable del Instituto para las Semillas Cultivables, una institución dependiente del Gobierno. El resto de sus colegas contrarios a la publicación consideran a su vez que "no puede generalizarse diciendo que las patatas transgénicas son dañinas para los animales".

Los investigadores procedieron a alimentar a ratones con una raza de patatas transgénicas que contenía una proteína destinada a aumentar la resistencia de la solanácea a las plagas de insectos y gusanos. Análisis posteriores mostraron una inflamación de las paredes del estómago y parte del intestino, ausente en el organismo de los roedores que no tomaron el producto tratado. "Tal vez sea posible que los cambios observados en la mucosa gastrointestinal puedan extenderse a otras semillas, igualmente transgénicas, que incluyan la misma proteína", concluyeron en 1998 los dos investigadores.

Mientras John Gatehouse, el biólogo que modificó genéticamente las patatas ingeridas por los ratones descalifica las conclusiones de la investigación y aprueba su edición, Pusztai considera que verlo publicado representa un triunfo personal.

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