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GOLPE EN ISLAMABAD

India se dice preocupada, pero no alarmada

India expresó ayer su preocupación por el golpe militar en el vecino Pakistán, pero manifestó que no había motivos de alarma y desmintió que hubiera puesto a sus tropas en alerta. El primer ministro, Atal Behari Vajpayee, que ayer tomó posesión, reiteró que India está dispuesta a desarrollar relaciones amistosas con Pakistán, si bien dijo que corresponde a Islamabad hacer el primer gesto. Ni el Gobierno de Nueva Delhi ni los analistas temen que la nueva situación conlleve un peligro de estallido armado entre los dos países, que han librado tres guerras desde la independencia de 1947.

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"Estamos preocupados por los acontecimientos en Pakistán", dijo Vajpayee. "Estamos siguiendo la situación y nos mantenemos informados. Deseamos lo mejor al pueblo paquistaní. Seguimos comprometidos en el desarrollo de vínculos de amistad y cooperación con Pakistán basados en la confianza mutua, para lo que el Gobierno de Pakistán debe crear el ambiente adecuado".El primer ministro, que ha visto turbado el comienzo de su tercer mandato con este problema, presidió una reunión del comité de seguridad de su Gobierno para analizar la situación al otro lado de la frontera. "No hay motivos para la preocupación o la alarma", manifestó el ministro de Exteriores, Jaswant Singh, una vez concluida la reunión.

El jefe de la diplomacia india declaró luego en televisión que la prensa había malinterpretado la posición del Ejército, en referencia a que fuentes de Defensa habían manifestado el martes que los soldados se encontraban en estado de máxima alerta. "No se ha incrementado el número de tropas ni hay necesidad de ello", respondió Singh a preguntas de si había más efectivos en la frontera. Interrogado sobre si temía un nuevo ataque de Pakistán en represalia por los reveses sufridos entre mayo y julio, cuando India hizo frente a la invasión de su parte de Cachemira desde el otro lado de la fronterza, dijo: "No tengo ninguna preocupación sobre el particular".

A pesar de estas manifestaciones tranquilizadoras de los responsables políticos, el jefe del Ejército de Tierra indio, general Ved Prakash Malik, pidió que se estuviera en alerta porque la inestabilidad del vecino podía poner en peligro la seguridad nacional india.

Vajpayee hizo en febrero un espectacular viaje en autobús a Lahore, la capital del Punjab paquistaní, y allí suscribió con el ahora depuesto Nawaz Sharif una declaración que buscaba abrir vías de entendimiento y confianza entre ambos países. El entonces jefe del Ejército y hoy hombre fuerte de Pakistán, general Pervez Musharraf, no acudió a aquella cita. La declaración intentaba remendar las relaciones entre Islamabad y Nueva Delhi, muy deterioradas desde que en mayo de 1998 los paquistaníes respondieran con seis pruebas nucleares a las cinco realizadas por el Gobierno de Vajpayee. El incipiente deshielo entre ambas capitales quedó frenado en seco con la invasión desde Pakistán de la Cachemira india por voluntarios islamistas apoyados por Islamabad.

En Nueva Delhi, los analistas contemplan los sucesos de las últimas horas con cierto distanciamiento y subrayan el hecho positivo de que ahora su Gobierno tiene plena certeza de quién manda en Islamabad. "Durante 25 de sus 52 años, Pakistán ha tenido regímenes militares, y esos años han sido casi tan buenos o tan malos como los años de Gobiernos civiles", señalaba ayer Kanti Bajpai, de la Universidad Jawaharlal Nehru. Los generales estaban al frente de Pakistán durante dos de las tres guerras indo-paquistaníes, aunque también el general Ayub Jan suscribió el Tratado del Agua del Indo en 1960 y en 1966 firmó un acuerdo de paz, con mediación soviética, con el primer ministro Lal Bahadur Shastri. El término diplomacia del críquet fue acuñado a propósito de una visita del general Zia-ul-Haq -el que ahorcó en 1979 a Zulfikar Alí Bhutto, el padre de Benazir, a quien había derrocado en 1977- a India en 1987 para ver un partido de ese deporte y rebajar la tensión entre ambas partes.

El proceso de Lahore

Pero los analistas piensan que a India le va a resultar difícil encarrilar de nuevo el diálogo con Pakistán. Bharat Karnad, del Centro para la Investación Política, piensa que Nueva Delhi deberá esperar "un buen tiempo" antes de reanudar el proceso de Lahore. Robert Bradnock, de la londinense Escuela de Estudios Orientales y Africanos, abunda en esta idea y descarta que el Ejército paquistaní esté dispuesto a emprender una aventura militar. "No creo que tenga interés o capacidad para enfrentarse con India", dice. En ello coincide Karnad, quien ve al Ejército de Musharraf como un cuerpo muy consciente de la gran diferencia entre sus recursos y los de su vecino. "No creo que desee causar un estallido. Su principal objetivo es consolidar el poder".

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