Colaboración europea sobre el clima
Para saber cómo funciona el clima, cuánto crecerá el agujero de la capa de ozono o cuándo se repetirá El Niño los científicos tratan de hacer modelos del comportamiento de la atmósfera y de las corrientes marinas. La tarea es compleja, y requiere al menos dos cosas: más datos y mejores ecuaciones. En la segunda cuestión han estado un mes trabajando en la Universidad de las Islas Baleares, en Mallorca, 70 físicos, matemáticos, químicos, biólogos y meteorólogos de una quincena de centros europeos. Participan en el programa TAO (Procesos de Transporte en la Atmósfera y los Océanos) de la Fundación Europea de la Ciencia, cuyo objetivo es establecer colaboraciones entre grupos de distintos países y especialidades en el área.El congreso actual es el último tras cuatro años de trabajo. Uno de sus resultados ha sido establecer si, por ejemplo, "el hecho de que haya viento hace que el ozono se destruya más o menos rápido", explica Oreste Piro, de la Universidad de las Islas Baleares. Hallar la relación entre el movimiento de un fluido y la velocidad a la que ocurren en él las reacciones químicas no es un resultado trivial. Implica que los modelos climáticos pueden incluir en sus cálculos un factor más, y reducir por tanto su margen de error. En los modelos de clima un solo factor no tenido en cuenta puede desbaratar las predicciones. "Es algo que se sospechaba, pero la relación entre ambos factores no se había establecido hasta ahora", dice Piro.
La descripción de la relación entre química y movimiento interesa a los físicos, pero también a los biólogos, porque las mismas ecuaciones son aplicables al problema de la desaparición del plancton oceánico: en ambos casos son reacciones químicas que ocurren en un fluido en permanente movimiento. Según Piro, "la relación entre el movimiento del agua y la población del plancton es la misma que entre el movimiento del aire y las reacciones químicas que destruyen el ozono".
Los resultados de este congreso servirán también para interpretar los datos recogidos por los cientos de globos y boyas que se sueltan en la atmósfera y en el océano. Los instrumentos de éstos medirán parámetros en puntos localizados -donde se encuentren o mientras se vayan moviendo-pero a partir de tales datos procede lo más difícil: reconstruir el comportamiento de todo un flujo de aire o de agua.
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