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Mohamed VI pide una auténtica separación de poderes en Marruecos

El joven Rey de Marruecos exigió ayer una auténtica separación de poderes -ejecutivo, legislativo y judicial- que, de llevarse a cabo, conllevaría una delimitación de las atribuciones del monarca. "Nuestra firme convicción", recalcó Mohamed VI, "es que el fundamento de la democracia se basa en la separación de poderes y la instauración de un equilibrio entre ellos". El monarca inauguró ayer el periodo de sesiones de las dos cámaras parlamentarias con un discurso que fija la orientació de los tres años que quedan de legislatura.

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La entronización del príncipe heredero, a finales de julio, abrió un debate entre las elites marroquíes sobre la necesidad de modernizar o de reformar la institución monárquica. Un destacado dirigente socialista, Mohamed Sassi, abogó incluso en el diario Al Itihad Ishtiraki por modificar la Constitución para recortar los poderes del Rey suscitando una agitada polémica.El jefe del Estado marroquí interviene en los ámbitos del poder ejecutivo -presidiendo, por ejemplo, el Consejo de Ministros-, del legislativo -puede gobernar mediante dahirs (decretos reales)- y del judicial porque preside, por ejemplo, el tribunal supremo. Es además Comendador de los Creyentes, máxima autoridad religiosa del país. Un mejor equilibrio de poderes supondría forzosamente una delimitación de los que desempeña el Rey.

Mohamed VI se situó en todo momento en la línea de su padre, Hassan II, cuya figura evocó, pero sus palabras hicieron más hincapié en la necesidad de "consolidar la democracia". "Otorgamos", dijo a los diputados, "una gran importancia a la misión que os incumbe como representantes de los ciudadanos (...)". No sólo les animó sino que quiso también que se pusieran a trabajar pidiéndoles incluso que revisen sus obsoletos reglamentos internos y se coordinen entre las dos cámaras.

Otra prioridad para los órganos legislativos es poner en marcha "los instrumentos jurídicos que constituyan una palanca para la acción social y una herramienta para favorecer el despegue económico". El desarrollo requiere inversión, nacional y extranjera, pero, reconoció, esta se topa con "numerosas trabas en la legislación, en los procedimientos administrativos, en los comportamientos y en las disfunciones" del aparato del Estado. Sólo le faltó mencionar la plaga de la corrupción. El Parlamento, insistió, debe contribuir a superar estos obstáculos legislando con diligencia.

El balance social heredado por Mohamed VI de su padre deja mucho que desear. Más de la mitad de la población adulta es analfabeta, numerosos niños no están escolarizados y el paro afecta, según unas estadísticas poco fiables, a casi la quinta parte de la población. Obsesionado por este lastre social, el nuevo Rey reiteró ayer la necesidad de hacerle frente.

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Para sacar a la enseñanza de la "crisis crónica" que padece es "necesario generalizar la escolarización y facilitar su acceso a todas las capas de la población" aunque los más pudientes deberán ahora pagar. La enseñanza, precisó, deberá ser gratuita en el ciclo primario, la gratuidad seguirá vigente en secundaria para las familias pobres y en la universidad habrá que aumentar el número de becas a los estudiantes con menos recursos.

Abogó, por último, por incrementar los recursos del Estado gestionando mejor los gastos, evitando malversaciones, y, sobre todo, "incitando al pago de los impuestos" La alocución real tuvo un tono diferente de las que solía pronunciar su padre, fallecido hace dos meses. En la calle se respiraba, sin embargo, el viejo ambiente de siempre. Para dejar paso a la comitiva real gran parte del centro de Rabat fue cerrado a la circulación provocando enormes atascos en la segunda ciudad de Marruecos. Miles de personas transportadas en autobuses aplaudieron al rey durante su recorrido en coche descapotable hasta el Parlamento. Pero nadie lo hizo desde los balcones o las ventanas de las casas. Todos estaban cerrados a cal canto por razones de seguridad. La policía todavía no se ha relajado.

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