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Reportaje:

Günter Grass, las opiniones de un disidente

El premio Nobel alemán ha mantenido siempre una actitud de escritor crítico y comprometido con su tiempo

Miguel Ángel Villena

El pasado jueves, Günter Grass dedicó el Premio Nobel de Literatura a Heinrich Böll. El gesto no era en absoluto gratuito. Grass y Böll representan la conciencia crítica y democrática de la cultura alemana durante la segunda mitad del siglo, ambos han recibido la distinción más prestigiosa que se puede conceder a un escritor y los dos han sido autores que han situado la Historia con mayúsculas como telón de fondo de las historias individuales de sus novelas. Desde su mirada apacible, sus gafas a mitad de la nariz y su mostacho canoso, Grass comentó así a los periodistas sus impresiones al recibir el Nobel. "Me he preguntado si a Böll le hubiera gustado esta concesión y estoy seguro de que se hubiera puesto muy contento". Nobleza obliga, Günter Grass no hacía otra cosa que rendir homenaje a un maestro, al autor de Opiniones de un payaso, que fue un referente ético y literario de las generaciones de la posguerra.Nacido en 1927 en la entonces ciudad libre alemana de Danzig y polaca desde 1945 con el nombre de Gdansk, la biografía del premio Nobel recorre, entre alegrías y decepciones, entre barbaries y esperanzas, buena parte de la centuria que Günter Grass ha novelado en su último libro, Mi siglo, que será publicado en España el próximo día 13 por la editorial Alfaguara. La cálida acogida, el jueves, al galardón tanto en Alemania como en Polonia prueba que los esfuerzos de Günter Grass por una Europa más tolerante y abierta no han sido baldíos.

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"Mi siglo", en "El País Domingo"

La Academia Sueca destacó en el escritor alemán "su forma de recrear el rostro olvidado de la Historia". No se equivocaban los académicos nórdicos en su juicio. Cuando el pasado mes de junio se le concedía a Grass el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, el autor de El tambor de hojalata y El rodaballo manifestó: "Todos somos víctimas de la Historia, aunque a veces queramos olvidar este hecho. En Alemania sabemos muy bien que la Historia siempre influye en todos nosotros. Ustedes, los españoles, también han visto aparecer tendencias que apuntaban al olvido de los tiempos de Franco, pero resulta un error ignorar la Historia porque siempre acaba por atraparnos".

Amigo de España y colaborador habitual de EL PAÍS, Grass ha concedido una veintena de entrevistas a este diario y ha publicado buen número de artículos de opinión en estas páginas que permiten seguir la trayectoria de este intelectual comprometido con su tiempo.

EUROPA.

El premio Nobel es, sin duda alguna, uno de los escritores más preocupados por el presente y el futuro de Europa, uno de los que más ha luchado por un continente plural y abierto. "En Europa se consolida una mentalidad de fortaleza. Es un error gravísimo porque ninguna civilización, ninguna cultura sobrevive con mentalidad de fortaleza". "Europa es un continente sumamente podrido. Aún cargamos con los tiempos coloniales, con la herencia del fascismo. La experiencia de esos tiempos es parte del presente y sólo tenemos que mirar hacia Ruanda o Yugoslavia para comprobarlo" (19-8-1994).

El escritor ha recordado también los buenos tiempos: "Europa sólo podrá sobrevivir si permanece abierta. Las mejores horas de Europa son aquellas en las que se ha entendido a sí misma como un crisol de culturas" (19-10-1992). Esta actitud no le ha impedido adoptar posturas polémicas como su apoyo crítico a la reciente intervención militar de la OTAN contra Yugoslavia. En cualquier caso, ha defendido que "la cultura debe ser un pilar de Europa y no sólo un adorno" (3-6-1999), y se ha permitido, con humildad y firmeza a un tiempo, señalar: "Si fuera español, denunciaría cómo tratan a los gitanos o cómo se escudan para impedir la llegada de los marroquíes" (26-10-1997).

ALEMANIA. Grass ha unido su nombre, en la lista de premios Nobel, a otras figuras excepcionales de la literatura alemana de este siglo como el ya citado Böll, Hermann Hesse y Thomas Mann. A Grass le ha dolido, le ha obsesionado y le ha apasionado su país, que ha devenido el gran protagonista de su literatura. He aquí algunas de sus opiniones y la evolución de su pensamiento. "La literatura alemana de la posguerra no puede separarse de la situación política de un país ocupado y dividido del que habían huido sus principales representantes, Mann y Brecht entre ellos. En estas circunstancias, la literatura alemana tuvo que luchar para reconstruir un lenguaje corrompido, para superar un lenguaje que no servía. Es una literatura que se monta sobre escombros, sobre las ruinas" (19-8-1979). "Actualmente entre nuestros vecinos, ni los del Este ni los del Oeste desean cambiar esto y llegar a una reunificación. Esto no excluye que pueda darse una aproximación en el campo cultural" (5-6-1985). "El proceso de reunificación, que comenzó con coraje y durante un breve tiempo alegró a la gente en ambos Estados alemanes, se ha vuelto tristón" (11-7-1990). "La reunificación alemana es una chapuza y Alemania ha sustituido el muro por un abismo social" (20-3-1992). "Ha habido avances tras la reunificación, pero desgraciadamente más sobre el papel que en la realidad. El muro físico fue derribado, pero permanecen las barreras mentales entre alemanes de primera y de segunda categoría" (3-6-1999).

POLÍTICA. Aunque Grass nunca ha rehuido su compromiso político, que le ha llevado a militar durante años en el SPD, la socialdemocracia alemana, el escritor comentó en una ocasión: "No olviden que soy escritor y pintor, no político" (19-8-1994). Sin pelos en la lengua, el premio Nobel ha fustigado tanto la moderación del socialismo democrático como los excesos del comunismo,pero sin hacer tabla rasa del pasado como otros pensadores. Así, manifestó: "No estoy dispuesto a echar a Marx por la borda sin más ni más porque fue un importante analista del siglo XIX" (26-8-1990); o bien apostilló: "Algunos intelectuales que eran estalinistas hace 20 años se han ido a la derecha, y nada me produce más miedo que los conversos" (26-10-1997).

Pero una y otra vez en la vida de Grass surge la obsesión por conocer la Historia para no repetir sus errores. Al presentar su novela Es cuento largo en Madrid, en noviembre de 1997, subrayó la filosofía que inspira su trayectoria: "Desde 1945 se ha intentado en Alemania acabar con el pasado, olvidarlo. De todos modos, las generaciones que eran jóvenes en 1968 ya comenzaron a interrogar a sus padres sobre sus responsabilidades. Está claro que las nuevas generaciones no tienen la culpa de Auschwitz, pero son responsables de que aquellos crímenes no se repitan". LITERATURA. "El escritor tiene que mirar las heridas aparentemente curadas y abrirlas", afirmaba Günter Grass el pasado 4 de julio en la última entrevista concedida a este diario y a modo de lema, de definición de la tarea de un autor. En otro ejemplo ilustrativo de su pensamiento, el escritor germano comentó en un debate público con Juan Goytisolo en Madrid en noviembre de 1997: "Somos dinosaurios y supervivientes de un sentido crítico y de la resistencia". Pero más reveladora todavía de su actitud es su lugar de trabajo: "No me gusta mirar por la ventana porque me distraigo con el jardín. Tengo dos aguafuertes de Goya en la pared de enfrente de mi mesa. Por tanto, Goya es la imagen en la que me fijo cuando escribo. Goya se enfrentó a la realidad de una forma luchadora" (19-10-1992).

AMOR Y MUJERES. "La cocina, los cigarrillos que lía, escribir, pintar, esculpir... ¿qué otras cosas hace con sus manos?", preguntaba a Grass un periodista de EL PAÍS en 1979. "Amor, amor, amor. Ternura. Pero en el futuro quisiera que mis manos se dedicaran sobre todo a la escultura. De profesión, en el origen soy escultor. Y espero volver a la escultura. Antes tengo que escribir todavía un par de cosas". Afortunadamente para sus lectores, Günter Grass ha escrito desde entonces más de un par de cosas amén de dibujar y esculpir.

Günter Grass, que tiene hijos de varias mujeres y fue considerado por algunos un donjuán, respondía en la entrevista citada que no tenía tiempo para seducir a nadie porque estaba volcado en su trabajo. De este modo, exponía sus opiniones sobre el feminismo y las mujeres: "Las mujeres que quieren llegar a la situación que ahora es la del hombre no consiguen ningún resultado apreciable: simplemente una duplicación del abuso de poder del hombre. Me gustaría que la emancipación fuese mutua, con una interrelación entre los dos sexos. No, no me gusta la emancipación que tiene por objeto nivelar los sexos. La relación entre los sexos exige una tensión, una tensión de la que se deriva todo lo que hace el hombre, incluso en el terreno cultural".

PESIMISMO E IDEALISMO. "Soy un pesimista, pero el pesimismo no tiene que ser inactividad o pasividad. Cuando uno se da cuenta de algo, trata de salir de ese pesimismo. La gente más activa suele ser la que tiene una actividad entre escéptica y pesimista, mientras los idealistas, cuando ven que la utopía no se puede conseguir al cien por cien, se resignan rápidamente, se paralizan y al final resultan cínicos" (19-8-1979). El Nobel de Literatura ha demostrado con su vida y su obra que es un pesimista activo, un escéptico que lucha por cambiar el mundo.

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