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Reportaje:

Parte Vieja, y maltratada

Mikel Ormazabal

Algunos vecinos aseguran, enojados, que a la Parte Vieja sólo le falta arder, como sucedió el 31 de agosto de 1813, fecha de ingrato recuerdo para San Sebastián, pues las tropas angloportuguesas prendieron fuego a esta parte de la ciudad que después concedió a una calle el nombre del día en que ocurrió el incendio. Sálvense fechas y aconteceres porque, casi dos siglos después, los habitantes de la Parte Vieja están quejosos -más bien quemados- y han alzado su voz contra el Ayuntamiento para protestar amargamente por el "incumplimiento de las normativas municipales en materia de seguridad ciudadana y de exceso de ruido". De siempre la Parte Vieja ha sido un foco de alboroto callejero, así fueran por los efectos de la kale borroka o por la desmedida diversión nocturna. Sin embargo, desde la pasada Semana Grande donostiarra, los efectos del gamberrismo (ahora no político) se han redoblado, agotando la paciencia de los residentes. Su grado de incomodidad es tal que hay quienes han recibido amenazas de muerte anónimas y otros han cambiado su número de teléfono. Los vecinos aseguran que no se respeta el cierre de los bares, ni se cumple la legislación sobre el ruido, que en ocasiones supera los 80 decibelios, y por eso decidieron desplegar en los balcones carteles con la frase Queremos dormir, dirigidas al alcalde Elorza. Denuncian la insuficiente intervención policial para impedir que las calles amanezcan bañadas de orines y vómitos, o con los buzones destrozados. Lamentan que esté de moda practicar el fútbol con las bolsas de basura y corear cánticos y gritos estentóreos sin reparar en la hora de la noche ni en el descanso de los residentes, alguno de los cuales ha trasladado su dormitorio al rellano de su casa o a la cocina. La proliferación de festejos, el desorden del tráfico y la actuación a deshoras de los servicios de limpieza también constan entre las reclamaciones expuestas por los inquilinos de la Parte Vieja, hartos de las incomodidades que deben soportar. Una asociación vecinal se ha erigido en portavoz de la voz mayoritaria para denunciar la desprotección que padecen y reclamar soluciones para poner coto a esta situación. Las quejas, que han presentado hasta ahora de forma individual a Parvisa (sociedad municipal que dirige la rehabilitación de la Parte Vieja) y a la Unidad de Control de las Ordenanzas Municipales (UCOM), dependiente de la Guardia Municipal, no han surtido efecto. El colectivo pretende actuar de forma unitaria para restablecer la buena convivencia entre los residentes, los hosteleros y los usuarios. Ayer se reunieron varios concejales y técnicos responsables de la Guardia Municipal, del departamento de Limpieza y del Centro de Atracción y Turismo para estudiar la situación y elevar a Parvisa un informe conjunto con las medidas que pueden adoptarse desde el Ayuntamiento. Parvisa, donde están representados todos los partidos, será la que, en última instancia, pondrá freno a esta situación, según Elorza.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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