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Dos nuevos terremotos desatan el pánico entre la población de Taiwan

En Puli, a unos 35 kilómetros de profundidad, fue localizado el epicentro del devastador terremoto del martes. A ras de tierra, el paisaje es desolador: apenas quedan casas en pie. En esta región de Nantou, en el centro de Taiwan, se concentra el mayor número de los casi 2.000 muertos y de los 2.600 atrapados bajo los escombros. En la madrugada del miércoles, los sismógrafos registraron dos nuevos temblores de magnitud 6,8 y 6,3 grados en la escala abierta de Richter.

Han transcurrido dos días y los equipos de rescate aún rastrean entre las ruinas en busca de signos de vida. Pero el tiempo se acaba. En las últimas horas sólo han logrado sacar con vida a unas decenas. El pesimismo empieza a cundir entre todos. Las cifras de muertos no cesan de aumentar cada hora. Ayer, el Gobierno taiwanés dio la última: 1.863 fallecidos, 184 desaparecidos y más de 2.600 personas atrapadas bajo los escombros. Cientos de pueblos del distrito de Nantou han sido reducidos a la condición de aldeas fantasmas; son los más afectados por el fortísimo terremoto del martes. Las principales carreteras en dirección al área de Puli están destrozadas: grietas de medio metro de diámetro, asfalto arrugado, puentes cortados... El transporte es imposible; las gasolineras han sido borradas del mapa o carecen de combustible; dos plantas eléctricas de Natoui quedaron inservibles y varios pantanos del centro de la isla presentan fisuras. Las tres centrales nucleares de la isla no han sufrido daños y funcionan sin problemas, pero los cortes de suministro eléctrico afectan a su operatividad.Las organizaciones humanitarias calculan que más de 200.000 personas se han visto afectadas por el seísmo. Deambulan sin saber bien qué hacer; la mayoría se niega a regresar a sus casas, por temor a un hundimiento o porque dejaron de existir.

Los patios de los colegios y el campo de fútbol de Puli han sido reconvertidos en improvisados helipuertos. Ahora sirven para trasladar médicos, enfermeras, hospitales de campaña y bienes de primera necesidad. La distribución de víveres, agua potable y mantas es muy urgente.

Un equipo de la ONU llegó ayer a la isla para organizar la distribución de la ayuda internacional, pero antes tuvo que solicitar la autorización a China, dado que Taiwan no es miembro de ese organismo. El Gobierno de Pekín -que ha dejado de momento de lado su enfrentamiento con las autoridades independentistas de Taiwan, a los que tildan de chinos renegados-, ha enviado 150.000 millones de pesetas en metálico y material por valor de 75.000 millones. Es un gesto.

Los dos nuevos terremotos de 6,3 y 6,8 registrados ayer demuestran que la repetición del gran seísmo del martes es posible. Hsin Tsai-chin, sismólogo del centro taiwanés, cree que existen motivos para la preocupación. Ayer advirtió de que el peligro no ha pasado: "Los seísmos de mayor magnitud se producirán en el plazo de 14 días (...) Los residentes deberían permanecer en lugares abiertos y no retornar a sus hogares", dijo. Impacto económico

La previsión de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para 1999 estaba situada en un 5,74%. Los economistas internacionales, consultados por la agencia Reuters, consideran que el ciclo alcista de la demanda de productos electrónicos y el previsible aumento del gasto en obras públicas frenarán el impacto del seísmo en las cifras del PIB, limitando la pérdida a un 0,3%.

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El problema se concentra en la industria de semiconductores, uno de los pulmones de la economía taiwanesa. El seísmo ha dejado sin fluido eléctrico al Parque de la Ciencia de Hsinchu, en el norte, que es donde se construyen la mayoría de los chips made in Taiwan. Los analistas consideran que esta interrupcción y las réplicas retrasarán en al menos dos semanas la producción. Las pérdidas por este parón se calculan en medio billón de pesetas. Este factor incidirá en el aumento del precio de los microchips DRAM de 64 megabits.

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