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47º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Locos en Donostia

Melanie Griffith y Antonio Banderas disfrutan del mar, la comida y el aplauso a su película

Elsa Fernández-Santos

Melanie Griffith y Antonio Banderas se despertaron ayer temprano. Durante la noche había llovido y, aunque el cielo seguía gris, se fueron a la playa, corrieron juntos y se bañaron. "Hemos nadado hasta unos trampolines, hemos estado allí un buen rato con unos amigos, tirándonos al agua. Ha sido muy divertido". El actor, y ahora director, presentó ayer en el festival su primera película, Locos en Alabama.Entrevistas de diez minutos cronometrados, una conferencia de prensa y fotos. Un día de trabajo, pero con la alegría en el cuerpo. La noche anterior asistieron a la inauguración de la sección Zabaltegi con su filme. La proyección se inició pasada la medianoche, con un público muy joven y muy diferente al de la inauguración de la sección oficial. "¡Aquí, en la sala chiquita, me parece que se está más calentito!", exclamó el actor al subir al escenario del cubo pequeño del Kursaal, donde se celebra esta sección paralela, segunda en importancia del festival.

Fue una noche emocionante para ellos. Pasadas las dos de la madrugada terminaba la película, que el actor define como "un cuento excéntrico" y que, según explica, tiene más de sí mismo que todos los trabajos como actor que ha realizado hasta ahora. Al encenderse las luces, el público se volvió hacia ellos, que habían permanecido en la sala durante las casi dos horas de metraje para comprobar "la reacción del público". La madre de Melanie, la actriz Tippi Hedren, lloraba; Banderas abrazaba a su mujer y saludaba a los espectadores, y ella, al levantarse, recibió una impresionante ovación. "Era un público muy tarantiniano y eso me asustó al principio", dice Banderas, que vio cómo una sala llena de estudiantes y jóvenes obsesionados con el cine se ponía en pie ante su trabajo. Algunas mujeres lloraban ("también lloran los hombres", afirma Melanie, "ellos también entienden a mi personaje") y en la salida se repetía la frase "es una actriz maravillosa".

Su interpretación de Lucille, un ama de casa con siete hijos que decide decapitar al marido que la maltrata para irse a Hollywood con su cabeza en una lujosa sombrerera, una cabeza con la que mantiene un disparatado diálogo y de la que no se atreve a desembarazarse por miedo a que reviva, era un viejo proyecto de la actriz que puso en manos de su marido cuando formaron su productora, Green Moon, en la que pretenden hacer el cine que les gusta, trabajar con guionistas jóvenes y con equipos independientes. Con su papel de una asesina algo ingenua, alegre y cariñosa, Melanie Griffith logró meterse en el bolsillo a todo un auditorio. "Las críticas han estado muy bien en España, Italia y Alemania. Más o menos todos coinciden. Para mí, lo mejor ha sido la sensación de que realmente los críticos se han puesto a ver la película sin prejuicios".

Sopa de ajo

Empatando una comilona con otra (de Arzak a Akelarre o Nicolasa), la pareja y Tippi Hedren no se han resistido ni a la sopa de ajo. Los tres, guapos y simpáticos, se han paseado por la ciudad y por el festival. Mañana viajan a Málaga, donde el día 21 se celebrará el estreno mundial del filme. Luego, vuelta a Los Ángeles y, en el caso de Banderas, la preparación de su papel de sacerdote en The body, una película político-religiosa que rodará en Israel sobre una antropóloga judía que cree hallar los restos del cuerpo de Cristo crucificado.

Banderas perfila el que será su segundo proyecto como director: una película sobre Gamel Woolsey, la mujer de Gerald Brenan, situada en Málaga en 1936. "Málaga fue una ciudad ocupada durante siete meses; ésta será la historia de ella y la gente que la rodeaba", cuenta el actor.

En España, el estreno de Locos en Alabama coincidirá este mes en la cartelera con El final del Edén, un filme en el que Griffith interpreta, junto a James Woods, a una ladrona y yonqui. "Jimmy Woods y yo somos amigos desde hace años; él me pidió que trabajara en esta película. Preparamos juntos el pasado de esta terrible pareja, que no se conoce en la película pero que nosotros utilizamos para componer nuestra interpretación". Cuando se le pregunta por el director y cómo influyó en su interpretación (que la crítica también ha calificado de "maravillosa"), la actriz se queda inicialmente callada. "Larry Clark, el director, es un yonqui. Desapareció hace meses y no se sabe nada de él. En los años setenta se hizo famoso con un libro de fotografía sobre drogadictos, con niños pinchándose y situaciones muy duras. Fue un libro muy conocido".

La actriz, con sus gestos de niña grande, tiene una risa contagiosa. Es una mujer muy graciosa también fuera de la pantalla. Habla de Locos en Alabama y se detiene en lo que para ella es lo importante: "A todo el mundo le gusta esta película, y les gusta porque es una película que nunca te golpea en la cabeza, que no te obliga a nada, que no te impone su información. Es una historia dulce y extraña. Mucha gente se pregunta qué puede significar esta historia, con esa mujer viajando con una cabeza, por qué al final se dice que la vida y la muerte son temporales, desde cuándo la muerte es temporal... No sé, espero que todo lo que digo luego no suene estúpido". La actriz vuelve a reír y, con ella, contagiados, todos los que la escuchan.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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