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El Gobierno alemán hace una cerrada defensa de su plan de austeridad

Pilar Bonet

El canciller alemán, Gerhard Schröder, hizo ayer caso omiso de las presiones de la izquierda de su partido y de los llamamientos de la oposición democristiana para que cambie el plan de austeridad. Schröder concentró, en el debate parlamentario sobre los presupuestos del 2000, sus esfuerzos en demostrar que la reducción de la deuda del Estado es requisito imprescindible para el crecimiento económico.

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En el segundo día de debate del presupuesto federal en el Bundestag (Parlamento alemán), el canciller socialdemócrata pasó a la ofensiva. Su discurso era la primera gran comparecencia pública tras las derrotas electorales del pasado domingo en los länder de Turingia y Renania del Norte-Westfalia. Las derrotas "me duelen especialmente", dijo, "porque estoy convencido de que nuestra política es la correcta". El político acusó a la oposición de "demagogia" y falta de responsabilidad por haber permitido que la deuda pública hubiera pasado de 300 millones de marcos (153,38 millones de euros, unos 25.500 millones de pesetas) a 1,5 billones de marcos (766.937 millones de euros, 127,6 billones de pesetas) en sus 16 años de ejercicio del poder (1982-1998).La deuda del Estado acumulada, sobre todo a consecuencia de la reunificación, ha llevado a Alemania "al límite de su capacidad de acción" y genera unos intereses de 82.000 millones de marcos (41.925 millones de euros, unos 6,9 billones de pesetas). Esta cantidad supone "150.000 marcos por minuto", exclamó Schröder para incrementar el efecto de sus palabras. El día anterior, el ministro de Finanzas, Hans Eichel, había dicho que una cuarta parte de los impuestos pagados por los ciudadanos se dedican a pagar los intereses de la deuda.

Los gastos del Estado para el 2000 (478.200 millones de marcos, 244.499 millones de euros, unos 40,6 billones de pesetas) son inferiores en 30.000 millones de marcos a los de 1999 y suponen una disminución del 1,5% sobre los mismos. Hasta el 2003, el paquete de ahorro -el más cuantioso de la historia de la República Federal Alemana- superará en su conjunto los 150.000 millones de marcos (76.693 millones de euros, unos 12,7 billones de pesetas).

Críticas al Ejecutivo anterior

Schröder acusó al Gobierno anterior de haber legado a sus sucesores unas finanzas públicas que no permiten ni luchar contra el desempleo (tras una disminución en 1998 ha vuelto a remontar la barrera psicológica de los cuatro millones) ni organizar la solidaridad social.

La política del ministro de Finanzas, Hans Eichel, el denominado Programa de futuro, es, según Schröder, la "única respuesta adecuada" a los esfuerzos de integración en Europa, y es necesaria tanto en interés europeo como alemán. "No debemos permanecer por detrás de otros países europeos en la reducción del déficit público", dijo Schröder, que se refirió específicamente a Francia, Gran Bretaña y Suecia, como ejemplos que demuestran el atraso de la primera potencia económica de Europa en el saneamiento de sus finanzas.

"Si no reducimos el déficit presupuestario, nos quedaremos por detrás de nuestros socios europeos y resultará difícil generar crecimiento económico y crear puestos de trabajo", señaló.

Para poder tener crecimiento económico, prosiguió, se necesitan intereses más bajos, que sólo serán posibles si se mantiene la política de consolidación del presupuesto. "Sólo la liquidación de la deuda da la posibilidad, con ayuda del Estado, de aumentar la justicia social", dijo Schröder, que calificó los 82.000 millones de marcos de intereses de la deuda como una "absurda injusticia social". "Ése es un dinero que le han quitado a la gente con su política y que no se invierte en futuro, sino todo lo contrario, y esto tiene que acabar", señaló, dirigiéndose a la oposición democristiana, la CDU. "No debemos seguir comiendo la comida de nuestros hijos y nietos", señaló.

El presidente de la CDU, Wolfgang Schäuble, acusó a Schröder de no haber respondido a la confianza del electorado, de disminuir los ingresos de los campesinos y de poner en peligro el desarrollo económico del este del país con la disminución de las inversiones, así como de incrementar el paro con nuevas disposiciones que gravan los empleos de baja retribución.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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