"Las estrellas de Hollywood no quieren historias ni personajes, sólo escaparates"
"En las películas que a mí me gustan, sólo existe una estrella: la historia". Lawrence Kasdan (Miami Beach, 1949) habla de la dictadura de las estrellas de Hollywood ("en realidad de lo que hablo es de la dictadura del dinero") como el gran mal del cine actual. Para él, la narrativa y los personajes están hoy desterrados de un cine "que sólo quiere vender, jamás contar". "Las estrellas de Hollywood no quieren historias ni personajes, sólo escaparates. Ellos son los culpables de que el cine sea cada vez más malo, una simple plataforma a su servicio".Kasdan, un viejo estudiante de literatura que -quizá a su pesar- pasará a la historia del cine por ser el hombre que escribió En busca del arca perdida ("estoy muy orgulloso de Indiana Jones, pero también lo estoy de otros personajes más pequeños") abrió ayer la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastian con Mumford, la historia de un joven que, gracias a su don para escuchar, decide hacerse pasar por psiquiatra en una pequeña y aparentemente idílica ciudad de los EE UU. Por el diván (en este caso sofá) del doctor Mumford desfilan desde una joven que sufre un síndrome de cansancio crónico a un gordo que vive obsesionado por sus sueños eróticos, pasando por una adolescente anoréxica, una madre que sublima, sus frustraciones comprando por catálogo todo tipo de objetos inútiles o un joven multimillonario que sólo quiere hablar con alguien que no sea empleado suyo. Kasdan asegura que estos personajes son reales, que los conoce porque a él también le gusta escuchar: "La gente me habla, me interesa la v ida de los demás. Me gusta que me cuenten historias".
Impostores
Para Kasdan, que el personaje catalizador, el doctor Mumford, sea un impostor, un joven con un pasado de delincuencia y drogadicción que se reinventa a sí mismo gracias a su capacidad para escuchar, no pretende ser una burla de la psiquiatría ("de la que, por otro lado, y, evidentemente, desconfío") sino una forma de exponer que la frontera entre verdad y mentira no es una línea. recta: "Él es un impostor, pero es que todos somos unos impostores. La mentira existe al contraponer nuestra cara pública con nuestra cara privada. Todos afrontamos esa lucha, todos jugamos a la impostura de una forma más o menos consciente. Siempre me ha interesado la, batalla del hombre entre sus ideales y sus deseos, entre lo que quiere ser y lo que es. .Creo que todas mis películas hablan de lo mismo. Mumford se reinventa gracias a su capacidad para escuchar, él se busca a sí mismo en los demás y los demás se encuentran porque se, escuchan al hablarle. El sólo aplica su sentido común".
Un sentido común que guía a los personajes que visitan su consulta, y -que teje la acción de un filme que, como en Fuego en el cuerpo, Reencuentro, El turista accidental o Grand Canyon, pone la acción, al servicio de los diálogos. "Me preocupa todo lo que mi cine pierde al cruzar el océano, soy consciente de esa límitación. Ésta es una comedia, una película feliz que se basa en una lengua. Se dice mucho a través de las palabras y me preocupa que no se entienda fuera de mi país"
Kasdan se reclina en su sillón. Bajito y grueso, con los ojos azules y una barba gris, habla despacio y con un marcado acento norteamericano. Podría ser uno de sus personajes. Reconoce sus contradicciones, las de su generación de babyboor-mers, y no pretende mostrarse como un cineasta importante o de éxito.
Culto a la celebridad
"Creo en el poder del cine y por ello considero que es especialmente peligroso el culto a la celebridad, a la fama y al dinero que existe en la cultura de hoy. Y no lo reduzcamos a EE UU, Europa es exactamente igual. La gente normal se ha vuelto gente profundamente frustrada porque ninguna de sus características constituyeloy un valor. Todos somos estrellas de nuestra película. Pero el cine de hoy lo niega. En la mayoría de las películas americanas actuales los personajes son parte del mobiliario, todo gira sólo alrededor de las estrellas. Yo", explica, "cuando un personaje entra en la pantalla, quiero darle una vida, una historia. Me nie go a reducirlos a la nada. Los personajes están desapareciendo del cine y eso es, sobre todo muy aburrido. Ya no se hacen películas como Fanny y Alexander, Los siete. samurais o Lawrence de Arabia, que era una película sobre un solo hombre en la que cada personaje tenía su propia vida".
"Quizá", continúa el director, "el problema es que Hollywood se ha deshumanizado, que ya no interesan las personas, ni la compasión, ni la generosidad, sólo el triunfo y el poder, El cine de Hollywood gira en torno a la vida del número uno y la del número dos. ¿Pero dónde está el número 500 de la lista? ¿Qué le ocurre? ¿Cómo es su vida? Me gustan las historias sencillas y me gusta la gente normal porque yo no soy un número uno de ninguna lista. Yo también estoy en lugar del número 500".
Babelia
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