Una inimitable antología del canto
Su filosofía del canto, basada en el más absoluto dominio de la voz, la técnica y el estilo, y la sabia elección del repertorio permitieron a Alfredo Kraus alcanzar una longevidad vocal que no tiene parangón en la historia del género. Y nunca, ni en el escenario ni en el estudio de grabación, se atrevió a engañar al público. Por eso, su fabulosa discografía es una inimitable antología del canto que recoge, sin mentiras, la verdad de su arte. Partidario de las grabaciones en vivo -nunca aceptó los trucos que la ingeniería sonora presta a los divos en apuros-, Kraus logró mantenerse en la élite del mundo operístico sin el respaldo publicitario de las multinacionales del disco clásico. A pesar de todo, su discografía, menos limitada de lo que muchos pretenden, incluye 28 óperas, 13 zarzuelas y más de 20 recitales en un impresionante legado que documenta, entre grabaciones en estudio y en directo, toda su carrera, desde sus primeros pasos internacionales, en 1958, hasta septiembre de 1998, cuando grabó en Tenerife Marina, de Arrieta, con María Bayo, Joan Pons y bajo la dirección de Víctor Pablo Pérez.
Al comienzo de su carrera, Kraus fundó el sello Carrillon, en el que publicó las bandas sonoras de las dos películas que protagonizó -Gayarre y El vagabundo y la estrella-, diversos recitales con romanzas de zarzuela, arias de ópera y canciones, y algunas óperas grabadas en directo, como la mítica velada de La traviata, junto a María Callas, en el teatro San Carlos de Lisboa, en 1958, disponible actualmente en el catálogo de Emi, en el que Kraus grabó algunos de sus personajes emblemáticos.
'Rigoletto'
Seis versiones de Rigoletto, de Verdi, conservan su magistral interpretación del duque de Mantua; entre ellas, tres en estudio con Renata Scotto, Beverly Sills y Anna Moffo. De su otro gran personaje verdiano, Alfredo, de La Traviata, además de la velada con Callas, dejó tres testimonios en estudio: en los años setenta, con Sills, bajo la dirección de Aldo Ceccato; en los ochenta, con Scotto y Riccardo Muti, y en los noventa, con Kiri Te Kanawa y Zubin Mehta. La galería verdiana se cierra con Fenton, de Falstaff, grabado en 1964 bajo la dirección de Georg Solti. Dos títulos de Bellini y siete de Donizetti muestran a Kraus como el más grande tenor belcantista de su tiempo, con referencias en estudio como I puritani y Lucrezia Borgia, con Montserrat Caballé; Lucia di Lammermoor, con Edita Gruberova; Don Pasquale, con Sills, y La fille du regiment, con June Anderson, títulos de los que existen versiones en directo con Joan Sutherland, Renata Scotto y Mirella Freni. Las ediciones piratas incluyen otro título de Bellini, La sonnambula, y tres de Donizetti: La favorita, Elisir d"amore y Linda de Chamounix.
Werther y Manon, ambas de Massenet, grabadas bajo la dirección de Michel Plasson, son referencias absolutas en el terreno de la ópera francesa, en el que Kraus también fue un maestro indiscutible. No consiguió llevar al estudio dos de sus mayores éxitos, Faust, de Gounod, y Los cuentos de Hoffmann, de Offenbach, pero afortunadamente existen soberbios documentos piratas. La galería francesa incluye títulos como Los pescadores de perlas y La jolie fille du Perth, las dos de Bizet; Lakmée, de Delibes, o La muerte de Portici, de Auber.
Così fan tutte, grabado en 1962 bajo la dirección de Karl Böhm, y dos versiones piratas de Don Giovanni, dirigidas por Herbert von Karajan y Carlo Maria Giulini, acreditan la inmensa categoría de Kraus como tenor mozartiano.
La discografía pirata permite recordar también sus incursiones en títulos como Mefistofele, de Boito; Alí-Babá, de Cherubini, o El barbero de Sevilla, de Rossini; mientras que La bohème, de Puccini, título que nunca cantó en teatro, cuenta con una versión en estudio bajo la dirección de James Levine.
Babelia
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