Hermoso triángulo
Michael Caine es el mismo inmenso actor de siempre, pero ya ensanchado por una vastísima experiencia del enfrentamiento, que en realidad es enamoramiento, entre un rostro humano y una cámara cinematográfica. Las reglas de la casa de la sidra se sostiene sobre un triángulo creativo formado por el escritor John Irving, que le pone a Caine (segundo vértice del triángulo) en bandeja un personaje colateral, y los verdaderos protagonistas del filme: dos jóvenes dotados de un aguante poco común a la agresión del primer plano: el irlandés Tobey Maguire y la norteamericana Charlize Teron. Un magnífico reparto coral que ha introducido el espíritu de la novela de Irving y en el que Michael Caine convierte a un personaje de fondo en la presencia vertebral de un emotivo y bello relato en el que se funden el melodrama tradicional de Hollywood -sobre todo los modelos creados por Delmer Davis y William Wyler- y un fresco histórico sobre la vida campesina en el Estado norteño de Maine durante los primeros años de la II Guerra Mundial.
Recital
El director sueco Lasse Hallström proporciona a Caine el tempo lento y el encuadre exacto que el actor necesita para dar su recital; y recupera así Lasse Hallström la credibilidad que se ganó hace 15 años con la inolvidable y a ratos dolorosa gracia de Mi vida como un perro, una joya cómica y lírica que le valió un pasaporte para instalarse en Hollywood a sus anchas, un regalo que no le ha servido de mucho hasta ahora. Por suerte ya está aquí Las reglas de la casa de la sidra, para poder decir que su promesa no era uno de esos decepcionantes espejismos que con tanta frecuencia crean los directores primerizos, que comienzan muy por arriba para luego vaciarse casi enseguida.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.