El Congreso de EE UU quiere que el FMI suspenda de inmediato sus créditos a Rusia
El presidente Yeltsin se reúne con sus fieles para intentar atajar las acusaciones
El Congreso de EE UU quiere que el Fondo Monetario Internacional (FMI) suspenda de inmediato y hasta nueva orden la entrega de cualquier préstamo a Rusia. Es la primera respuesta del legislativo norteamericano al escándalo provocado por el descubrimiento de una red de lavado de dinero de la mafia y los gobernantes rusos en dos bancos de Nueva York. El escándalo preocupa en el Kremlin, donde, según el diario Kommersant, el presidente Yeltsin, sus hijas y otros altos funcionarios mantuvieron una reunión secreta para determinar qué táctica adoptar ante las acusaciones de corrupción.
El Congreso, que tiene capacidad para bloquear las contribuciones de EEUU al FMI, celebrará en septiembre audiencias sobre el escándalo. "Hasta que se pongan en pie métodos rigurosos para garantizar el uso correcto de los fondos, hay que imponer una moratoria en los préstamos del FMI a Rusia", declaró en un comunicado el congresista Jim Leach, presidente del Comité de Bancos de la Cámara de Representantes de EEUU, el organismo parlamentario encargado de vigilar el buen funcionamiento de las instituciones financieras. Leach calificó de "cleptocracia" la alianza de políticos, empresarios y jefes mafiosos que gobierna Rusia desde la caída del comunismo.El caso está alcanzando tal gravedad que Bill Clinton suspendió el viernes sus vacaciones de verano en Massachussets, para recibir información de primera mano de los investigadores y discutirla con sus principales consejeros. "Lo prudente es reservar el juicio hasta conocer todos los hechos, pero el crimen y la corrupción forman parte de nuestras discusiones sobre Rusia desde hace algún tiempo", declaró David Leavy, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad.
Los investigadores de EEUU que trabajan en el caso de las cuentas rusas en el Bank of New York creen que una parte de los 15.000 millones de dólares blanqueados (2,5 billones de pesetas) pueden proceder de los créditos del FMI a Moscú. El FMI, cuya sede central está en Washington, sigue afirmando que no tiene constancia de esta sospecha. Pero sus últimas declaraciones sobre el escándalo son muy duras con Moscú y también insólitamente autocríticas.
El Banco de Rusia, destinatario de los préstamos del organismo internacional, ha actuado de un modo que supone "una ruptura total de la confianza en la que está basada la relación entre el FMI y sus miembros". Esa declaración de John Odling-Smee, director del departamento encargado de los países que formaron parte de la extinta URSS, alude al descubrimiento, antes del estallido del escándalo de Nueva York, de que el Banco de Rusia desvió fondos del FMI hacia una sucursal offshore (en un paraíso fiscal). Al actuar así, el banco central ruso "creó una falsa impresión sobre el estado de sus reservas e hizo que el FMI le volviera a remitir fondos que, de conocer la situación real, habrían sido congelados".
En el capítulo de autocríticas, el FMI, que ha prestado a Rusia unos 20.000 millones de dólares desde 1992, reconoce haber "subestimado la complejidad del proceso de transición ruso y de las relaciones entre las dimensiones políticas y económicas". Rusia, según Odling-Smee, "sigue mereciendo apoyo, siempre y cuando su Gobierno tome medidas para afrontar problemas tan difíciles".
Bajo intensa presión de una Casa Blanca deseosa de recompensar a Borís Yeltsin por su pasividad en la guerra de Kosovo, el FMI aprobó este verano la concesión de un nuevo préstamo de 4.500 millones de dólares a Rusia. Pero la potencia eslava no lo recibirá en efectivo, puesto que esa cantidad está destinada a financiar el pago de sus deudas pendientes con el FMI.
El Bank of New York es el más viejo de EEUU y el número 16 por peso económico. Uno de sus vicepresidentes, Lucy Edwards, fue despedida el viernes por falsificación de documentos y violación de la política interna sobre blanqueo de dinero. Edwards, nacida en Rusia, trabajaba en las oficinas en Londres del Bank of New York y es la esposa del financiero ruso Peter Berlin, director de Benex.
Benex es la firma rusa que ha colocado unos 15.000 millones de dólares en cuentas del Bank of New York, un dinero que, según sospechan los investigadores, es manejado a distancia por Semyon Mogilevich, uno de los capos de la mafia rusa, ahora en paradero desconocido. En esa fortuna puede haber desde ingresos procedentes de la extorsión, la prostitución y las drogas hasta aportaciones de prominentes políticos del entorno de Yeltsin. Esas aportaciones procederían del saqueo de las arcas rusas y los préstamos del FMI.
Alarma en Moscú
Las implicaciones del escándalo han causado alarma en el entorno de Yeltsin. Moscú niega oficialmente que tal reunión secreta haya tenido lugar, pero el diario Kommersant sabe lo que dice: no en vano su nuevo dueño es Borís Berezovski, el famoso magnate amigo de Tatiana Diachenko, hija menor de Yeltsin y su asesora. Los que participaron en esa reunión nocturna el viernes concluyeron que era mejor abstenerse de hacer declaraciones oficiales y actuar cada uno a título personal.Y es lo que están haciendo. Anatoli Chubáis, uno de los salpicados por el escándalo, desmintió nuevamente ayer haber tenido o tener cuentas bancarias en el extranjero. Chubáis -que actualmente es presidente de YeES, la compañía monopolista de la electricidad- recordó que hasta agosto de 1998 había sido representante especial de Yeltsin para las relaciones con las instituciones financieras internacionales y señaló que la auditoría realizada recientemente demuestra que no hubo desvíos de los créditos del FMI y por eso, en julio pasado, éste había otorgado a Rusia ese nuevo crédito de 4.500 millones de dólares.
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