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Reportaje:

Películas en clave natural

La demanda de espacios naturales protegidos para el rodaje de películas y para la grabación de anuncios publicitarios ha experimentado un incremento importante. Sólo en lo que va de año, la Junta de Andalucía ha autorizado un total de 37 grabaciones en Almería. En todos ellos se solicitó meter las cámaras en parajes naturales privilegiados como son el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, Tabernas, Sierra Alhamilla y Karst de Yesos de Sorbas. El llamado desarrollo sostenible parece, de este modo, encontrar una vía de escape en la que se conjuga la conservación de la naturaleza y su uso para actividades que reportarán algún beneficio. Los excesos del pasado -muchas producciones abusaron del entorno durante los días que permaneció en estos lugares el equipo de rodaje- se han superado. La sensibilización social y la vigilancia de la Administración han calado en los planes de rodaje de las productoras. No en vano, 10 proyectos han sido denegados por la Consejería de Medio Ambiente por considerarse nocivos para el entorno. Además de los 37 rodajes realizados en lo que va de año, cuatro de ellos -todos grabaciones a cargo de firmas publicitarias- sufrieron paralizaciones por parte de los técnicos de la Junta dadas las "evidentes" erosiones que su actividad ejercía sobre la zona escogida. "La mayoría de las ocasiones se debía a que hacían tránsitos con vehículos fuera de las pistas de tierra. Fuera de los ámbitos agrarios está prohibido. Sin embargo, no se permitió que continuaran hasta que la producción recondujo su procedimiento", asegura el director-conservador del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, José Guirado. Las tendencias de muchos publicistas por presentar sus productos rodeados de entornos salvajes que resalten sus características suelen ir en detrimento del entorno natural. Sin embargo, desde que hace tres años la Administración autonómica exige a las productoras un sistema de vigilancia ambiental propio, con una persona responsable al frente, se ha avanzado sustancialmente en una simbiosis entre el cine y la naturaleza. "Esa medida siempre deja clara la responsabilidad en caso de agravios. Y también ha sido muy clarificador para grabaciones futuras, evidenciando las limitaciones", apunta Guirado. Largometrajes En el caso de los largometrajes, el régimen de autorizaciones es algo más complejo. La Administración exige el guión a rodar, las localizaciones y el desarrollo de las secuencias. Si se producen incompatibilidades entre las exigencias de rodaje y el entorno natural se buscan las alternativas que ofrezcan mayor garantía. Ejemplo de ello ha sido la reciente grabación de la serie inglesa Todos los hombres del rey, el pasado mes de mayo, producida por la BBC y rodada en la playa de Genoveses del Parque Natural Cabo de Gata-Níjar. "En este rodaje se detallaron enormemente cómo se tendrían que producir los movimientos y estuvimos presentes en algunos momentos", asegura del director del parque. Aún así, la Consejería no ha dudado en pedir compensaciones por algunas de las actuaciones realizadas durante su grabación. "Dejaron un estercolero en la zona del Playazo y nos consta que hubo momentos en los que hicieron de su capa un sayo, cuando no estuvimos. Sin embargo, las desviaciones que se producen en este sentido han mejorado sustancialmente", añade el director conservador. Hasta la fecha no se han producido indemnizaciones de ningún tipo en los rodajes realizados en la provincia almeriense, ya que la identificación del responsable ambiental ha propiciado una solución rápida y efectiva ante cualquier agravio contra la naturaleza. En el caso de la BBC, la cuadrilla de limpieza que hubo de enviar la Agencia de Medio Ambiente fue sufragada íntegramente por la cadena de televisión británica. En contraposición, otros trabajos cinematográficos precedentes han dejado huella del buen hacer por el respeto a los entornos naturales. Un ejemplo cercano, del año 95, fue la película Bwana, del español Imanol Uribe. Su grabación en la playa del Barronal llevó aparejada la construcción de un acceso de madera -que tras el rodaje se cedió al Parque-, para afectar a la arena lo menos posible en el traslado de los equipos y materiales. Sean Connery Atrás quedaron episodios negros para el medio ambiente como fueron el de Indiana Jones y la última cruzada (1988), en el que el protagonista, Sean Connery, espantaba cientos de palomas en el paraje de Mónsul que fueron compradas y abandonadas a su suerte por el equipo de producción tras acabar de filmar varias secuencias de la película. Tampoco se repetirán escenas como las de El barón de Munchausen (1997), en las que también la playa de Mónsul fue tomada por miles de extras, elefantes, tigres y leones. Pero esta etapa parece que va superándose. La conciencia ambiental de las productoras va cambiando año tras año y cada vez es más usual que se cumplan las normas con las que se protege la naturaleza. Comienzan a observarse con pulcritud los límites que establecen las Administraciones y han comenzado a disminuir los abusos sobre la naturaleza almeriense que caracterizaron etapas anteriores. Almería puede conservar así unos parajes por los que se la seguirá reclamando como ciudad cinematográfica.

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