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Turquía pide ayuda internacional mientras los equipos de rescate se resisten a dejar la búsqueda

Juan Carlos Sanz

ENVIADO ESPECIALMientras el temporal de lluvias sigue agravando la situación de las 200.000 personas que perdieron su hogar en el terremoto que devastó el noroeste de Ankara el pasado día 17, el Gobierno turco, desbordado por la magnitud de la catástrofe y por las críticas de la opinión pública, pide ayuda humanitaria internacional a través de la ONU. "En su mayoría, las operaciones de búsqueda y rescate han terminado ya", advertía ayer el general del Ejército turco Hayri Kivrikoglu. Pero algunos equipos de rescate se resisten a abandonar el escenario del seísmo y prosiguen su trabajo.

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La impresión que se vive en Turquía es que el Gobierno del primer ministro, Bulent Ecevit, no ha sabido estar a la altura de la magnitud de la tragedia, mientras algunos miembros de su Gabinete, como el ultraderechista Osman Durmus, ministro de Sanidad, rechazaba con tintes racistas las donaciones de sangre de griegos o armenios.Los equipos de rescate internacionales abandonan poco a poco el país con un sentimiento de frustración. Los bomberos del Consorcio Provincial de Huelva, el primer grupo español que llegó a la zona del siniestro, regresaron ayer a España después de haber tenido que salir de Sakarya (150 kilómetros al oeste de Estambul) cuando ya se habían declarado algunos casos de disentería. "La verdad es que nuestro trabajo ya había terminado, y ya sólo nos limitábamos a marcar con pintura las casas en ruina en las que sólo quedaban cadáveres sepultados", explicaba Jaime Parejo, responsable de la unidad de perros de búsqueda de supervivientes de los bomberos de Huelva.

Grupos de bomberos y socorristas franceses, belgas y checos proseguían ayer las labores de rescate en la ciudad de Golcuk, cuyo paseo marítimo quedó sepultado bajo las aguas del mar de Mármara ante la violencia de la sacudida telúrica, según informaba la agencia Reuters. Pero la presencia de las excavadoras que retiraban masivamente los escombros impedía de hecho la localización de supervivientes. La lluvia, que anula la capacidad de rastreo de los perros, y el hedor de los cadáveres convierten las últimas misiones de rescate en un ejercicio de voluntarismo.

El Gobierno turco ha desmentido que se hayan desatado epidemias en la zona afectada por el seímo, donde viven más de 20 millones de personas, si bien el hacinamiento en el que viven ahora las familias en los parques embarrados hace temer la propagación de enfermedades. Tras la puesta en marcha de un hospital de campaña dirigido por militares españoles en Halidere, en la costa del Mármara, el próximo paso de la cooperación española será la instalación de un centro sanitario de Cruz Roja con 30 camas, según adelantó ayer el cónsul general de España en Estambul, José María Castroviejo.

Naciones Unidas ha pedido a la comunidad internacional que atienda las necesidades de Turquía para socorrer a los 200.000 damnificados por la catástrofe. Las tiendas de campaña y los hospitales provisionales son ahora lo más urgente. La ONU insiste en que los Gobiernos que quieran facilitar ayuda aprovechen los vuelos en los que van a evacuar a sus equipos de rescate para encaminar su solidaridad con las víctimas del terremoto.

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El Gobierno turco ha elevado ya a más de 18.000 el número de víctimas mortales en el seísmo, que dejó también más de 43.000 heridos. "La mayoría de los equipos de búsqueda y rescate internacionales ya han acabado su misión", precisó Sergio Piazzi, coordinador europeo de Asistencia Humanitaria de la ONU. En su opinión, después de que se hayan registrado más de 1.500 réplicas del terremoto en el noroeste de Turquía, el principal problema estriba ahora en determinar qué viviendas son aún habitables y cuáles deben ser demolidas por los daños que han sufrido.

Crisis en el Ejecutivo

En medio del creciente descontento de la opinión pública turca hacia la actuación de sus autoridades en la catástrofe, el Parlamento turco ha decidido abrir una comisión de investigación para aclarar las responsabilidades públicas en la adjudicación de licencias de construcción en zonas de alto riesgo sísmico. Previsiblemente, una de las consecuencias del terremoto será la disolución de la coalición de Gobierno surgida de las elecciones del pasado mes de abril, que integra a socialdemócratas, conservadores y ultraderechistas. Por el momento, tres gobernadores de las provincias afectadas por el terremoto han sido destituidos de hecho y reemplazados por miembros del Ejecutivo central, mientras Ankara ha asumido la autorización de los permisos de construcción durante los próximos cinco meses. Queda la duda sobre la responsabilidad del todo poderoso Ejército turco en la falta de asistencia a las víctimas. Los soldados no se desplegaron en la zona del terremoto hasta más de 48 horas después de la tragedia. Su principal misión ha sido evitar saqueos. Según los diarios turcos, las tropas han recibido la orden de disparar en caso de pillaje, como ocurrió el domingo en Golcuk, donde supuestos ladrones fueron salvados de un linchamiento por los mismo soldados que antes les habían herido.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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