Fernán-Gómez niega que la memoria sea un ejercicio de nostalgia

"A mí la memoria me sirve, sobre todo, de entretenimiento, de diversión. La utilizo mucho para coger el sueño en las noches de insomnio". Fernando Fernán-Gómez, que ayer presentó en Madrid la película Pepe Guindo (un monólogo teatral basado en los recuerdos de un viejo músico que se estrena hoy), no cree en la memoria como un ejercicio de nostalgia. "Cojo un recuerdo y con él me voy durmiendo cada noche. La memoria me sirve de anecdotario, de suma de recuerdos. Recordar es divertirme, porque recordar es mentir".Más simpático ante los periodistas de lo que se esperaba, el actor, de 77 años ("soy consciente de que tengo más acogida entre mis compañeros que entre el público"), incluso dio explicaciones sobre su mal carácter: "Soy bastante menos cascarrabias que mucha gente que conozco. Incluso lo soy menos que mi perro, Míster, que es mucho más cascarrabias que yo. Impertinente y maleducado, eso sí lo soy. Esa es una fama merecida. Tampoco soy un tipo solitario. Vivo con mi compañera, Emma Cohen, y siempre me ha gustado reunirme con amigos y participar en tertulias".

Fernán-Gómez, que recibirá en septiembre el Premio Donostia del próximo Festival de Cine de San Sebastián y que es el primer actor que ingresará en la Real Academia Española, añadió que aunque ahora escribe más que actúa, siempre será, sobre todo, un actor: "Yo no soy actor desde que nací, soy actor desde tres generaciones antes".

En Pepe Guindo, Fernán-Gómez interpreta a un viejo actor de prestigio que interpreta, en la noche de su estreno, el monólogo de un viejo músico. "Un personaje que tiene de mí tanto como cualquier otro, para todos utilizo mis vivencias, es mi forma de trabajo", dice Fernán-Gómez, que aceptó el papel por su "dimensión literaria" y a pesar del esfuerzo de memorización que le ha supuesto. Un trabajo que le ha recordado "la tortura" del teatro.