Duelo dialéctico
Uno de los encuentros más esperados del congreso era el de la mesa redonda con el portugués Saramago, el angoleño Pepetela y los brasileños João Ubaldo Ribeira y Ferrera Gullar; este último maestro, junto con João Cabral de Melo Neto, de las últimas generaciones de poetas y conciencia crítica del país por su pasado de exiliado durante la dictadura y su intransigencia ética.El nobel Saramago, que esta vez llegó sin su inseparable mujer, la sevillana Pilar del Río, apareció aquella tarde particularmente pesimista y abatido. Ferrera Gullar, que acaba de presentar en olor de multitud su nuevo libro de poesía Muitas Vozes, tras 12 años de silencio literario, llegó del brazo de su compañera la poeta y bailarina Cláudia Ahimsa, a quien llama en su libro "musa del Planeta Tierra".
A la pregunta del moderador sobre qué esperan de este final del siglo XX, Saramago dijo que el mundo está viviendo un momento terrible en el que no sabe hacia dónde camina, sin ética ni justicia ni dignidad humana. Gullar, con la ironía y el humor que le caracteriza, y quitando por primera vez en el Congreso protagonismo al nobel, dijo que él nunca había esperado nada de este siglo ni de ninguno y que ha ido siempre a trancas y barrancas en la vida.
Al pesimismo de Saramago respondió que su esperanza es que "los hombres sigan queriendo ser felices" y que acaben por resistir a la hegemonía de mercado. "Ser pesismista", dijo, "es lo más fácil del mundo". Gullar recordó al perro de Pavlov que al ser condicionado vomitó la comida y se liberó. Saramago, con un cierto ristus de irritación, respondió: "El perro no ve la televisión ni lee periódicos" y recalcó que "el mundo necesita una revolución".
Quizás por la presencia a su lado del gran poeta brasileño, Saramago, al que no le suele gustar hacerlo, leyó en público una poesía de su juventud, que hablaba de soledad y de muerte. Gullar, sonriendo, le aplaudió cariñoso.
Babelia
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