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Jatamí, llave de la democratización

Los iraníes siguen confiando en el presidente reformista, aunque se desmarcó de las recientes protestas estudiantiles.

Ángeles Espinosa

ENVIADA ESPECIALMohamed Jatamí sigue siendo, dos años después de su llegada a la presidencia en agosto de 1997, la única esperanza de cambio en Irán. A pesar de la desilusión que supuso para muchos su actitud contemporizadora ante la represión de las protestas estudiantiles del mes pasado, observadores extranjeros y analistas locales coinciden en señalar el escaso margen de maniobra con que contaba. Para la mayoría, ni la credibilidad del presidente reformista ni su futuro político están de momento en entredicho. Los iraníes desean mayores libertades, pero no derrocar al clero. "Sociológicamente hablando, la religión es un factor muy importante en nuestro país. El camino hacia la democracia pasa por la religión. Aunque es cierto que el clero puede hacer una interpretación dictatorial de la religión, un proyecto fuera de ella no sería bien recibido por las masas", explica Abdulkarim Sorush, filósofo islamista laico y uno de los más reputados intelectuales iraníes. En su opinión, los últimos disturbios son parte de la lucha por el poder que existe "desde la Revolución Islámica de 1979 y que se ha acelerado tras el 23 de mayo de 1997" . Sorush, que ha sido objeto de varios intentos de asesinato por parte del ala más radical del régimen, ya previno tras la elección de Jatamí que su mandato soportaría considerables tensiones. Las grandes esperanzas que despertó la llegada al poder de un clérigo partidario de reformar el sistema islámico para abrirlo al exterior y relajar sus estrictas normas internas se han ido atemperando con el paso del tiempo y la lentitud de los cambios. Las protestas universitarias de hace unas semanas pusieron al descubierto las aspiraciones de muchos iraníes, pero su pronta terminación también muestra que aunque desean mayor libertad, no quieren más violencia. Gran parte de quienes participaron en las manifestaciones desearían un Gobierno más democrático, que relaje las restricciones sobre todos los aspectos de la vida. Aunque Sorush considera que el presidente más popular que ha tenido el país "no actuó con prontitud" y admite que "muchos estudiantes se sintieron traicionados", subraya "los límites constitucionales" que constriñen a Jatamí. "Tal vez tuvo que maniobrar para no perder su puesto", añade. De acuerdo con la Constitución islámica, las fuerzas de seguridad están bajo el mando del líder supremo, Alí Jamenei, quien encabeza las filas conservadoras que frenan las reformas de Jatamí. Sorush coincide con otros analistas en que "Jatamí en el poder es mucho mejor que fuera de él". Tampoco creen que los ultraconservadores hayan salido ganadores. "No tienen una política a largo plazo, sólo un proyecto inmediato: acabar con Jatamí", manifiesta Esatolá Sajaví, respetado intelectual que dirige la revista de pensamiento Iran-e Farda (El Irán de Mañana). "Todo el mundo se ha dado cuenta de sus intenciones y de cómo actúan", añade Sajaví. "No cabe duda de que ha sido un golpe para Jatamí, que ha perdido hasta cierto punto, pero los conservadores tampoco han ganado nada. Aunque de momento han podido suprimir la protesta y no han levantado la prohibición a Salam , la brutalidad de su actuación ha sensibilizado a la opinión pública", analiza Ibrahim Yazdí, presidente del tolerado Movimiento por la Libertad en Irán. Tal vez por ello, el arquitecto y profesor universitario Farhad Azarmí se muestra optimista y cree que "la línea que empezó con el Gobierno Jatamí va a seguir, pero sin poner en peligro las instituciones del régimen". "¿Quién va a atreverse ahora a cerrar más periódicos?", se pregunta. En su opinión, un cambio de sistema "no beneficia a nadie, ni siquiera a los iraníes, que no quieren más follones y guerras". "Lo que interesa es que los que producen puedan vender y que la gente genere riqueza", concluye. Y ahí radica gran parte del problema. Con el país necesitado de capital extranjero, no parece que la imagen de inestabilidad que han proyectado los disturbios sea precisamente beneficiosa. No obstante, el riesgo de que se generalicen parece lejano. "Ya hice una revolución hace 20 años y es suficiente. Se pueden lograr muchas cosas mediante reformas. La violencia es mala, venga de los estudiantes o de los ultraconservadores", asegura, haciéndose eco de un sentimiento muy generalizado, Hamid Reza Yalaipur, uno de los empresarios de prensa más comprometidos con la línea aperturista del presidente. "Cada vez que Jatamí ha tratado de abrirse al exterior, los duros han atacado. Es muy peligroso, pero todavía tengo esperanzas".

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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